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Yo soy el que soy

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17 de feb. de 2023

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Por: Selma Samur de Heenan

Cuando Moisés le preguntó a Dios quién era, recibió por respuesta “Yo Soy el que soy”, que según la gramática hebrea significa “yo soy aquel que estaba, que está y que estará”. En las anteriores cinco semanas hemos recordado casos concretos que nos llevan a concluir que Dios está siempre presente y se nos revela personalmente. Así lo deja establecido sin que haya lugar a dudas, al decirnos que ÉL es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, para luego continuar manifestándose a lo largo de toda la historia de salvación contenida en el Antiguo y Nuevo Testamento.

Es inspirador poder conocer tantos eventos en que la intervención Divina ha determinado el rumbo de los acontecimientos, inclinándolos siempre hacia esa voluntad perfecta y eterna, la que no exime de pruebas y obstáculos, porque precisamente todas las dificultades tienen un papel preponderante para el logro del buen desenlace.

Por ejemplo, el testimonio de José, el penúltimo hijo de Jacob, que gracias a que fue vendido por sus diez hermanos, logró llegar a Egipto, donde vivió muchos tormentos, a pesar de lo cual se mantuvo fiel a Dios y con su auxilio pasó de estar injustamente preso en una cárcel a ser el gobernador de Egipto con la administración general del imperio y por consiguiente de todas las despensas donde se guardaban las provisiones para subsistir en la época de las vacas flacas. Con la autoridad que ostentaba, pudo traer a su padre y ocuparse de que a toda su familia, incluidos los traidores, no les faltara nada.
José supo poner a Dios por encima de todas las cosas y personas, por eso, aunque trabajaba para el Faraón de Egipto, no se olvidó de su origen hebreo ni de que todo lo que tenía se lo debía a Yavé.

El profeta Isaías nos anunció que Dios permanecería entre los hombres. Lo hizo al decirnos que una virgen concebiría a un hijo al que llamarían Emmanuel, cuyo significado es precisamente ese, Dios con nosotros. Se cumplió su profecía y Jesús vino al mundo para establecer un nuevo modo de acompañarnos, de mostrarnos el camino y la forma de avanzar por él.

En las próximas semanas, con la ayuda de Dios, estaremos tratando sobre la forma en que Jesús interviene en nuestra vida, de algunas experiencias concretas, de su participación divina y humana que lo llevaron a ser amado, odiado y temido, de la necesidad que tenemos de buscarlo, encontrarlo, conocerlo, seguirlo y obedecerle.