29 de marzo de 2024
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<strong>¿Y el crecimiento económico?</strong>

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19 de mar. de 2023

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Por: Leonardo Beltrán Pinto.

El Gobierno Nacional ha sido incisivo en que Colombia demanda reformas, instituciones a gran escala, porque no funcionan en pro de todos. Los objetos de cambio socializados hasta ahora van desde lo fiscal, pasando por el sector salud, hasta el sistema pensional y laboral. También se han anunciado futuras modificaciones al sistema de justicia y a la milicia. Todas esas propuestas han salido a la luz con numerosos articulados y justificaciones que resaltan la “inoperancia” del país.

Estaríamos de acuerdo que en toda sociedad siempre serán necesarios ajustes para garantizar el bienestar, incluyendo allí, paz y orden. Pero ya es mucho decir que en doscientos años de existencia republicana todo ha sido un fiasco social, administrativo-político y económico. Desde luego, existen hoy grandes desafíos a superar como la pobreza, la precariedad educativa o el equipamiento urbano con enfoque de seguridad humana; y aun así estaríamos lejos de creer en el perfecto fracaso del Estado.

Soy un convencido de que el progreso social y económico de un país se deriva de la capacidad para construir sobre los avances (significativos o no) que nuestros predecesores hayan logrado. Es simple, racionalizar esfuerzos, evitar las duplicidades y priorizar puntos críticos. Hasta ahora ha parecido que es necesario cambiar gran parte del funcionamiento del Estado y que el bienestar social solo lo alcanzaremos por la vía de las transferencias.

Suponiendo que el tamaño de todas aquellas reformas resultare pertinente, sigue faltando un eslabón en toda la cadena de cambios y es el crecimiento económico. Analizo que los debates se han concentrado en el paternalismo, pero poco se ha dicho sobre cómo serán soportados en el mediano y largo plazo aquellos cargos adicionales del gasto público. Avizoro un panorama crítico para las empresas y en consecuencia para la estructura laboral del país, pues la agenda gubernamental se encuentra de espaldas a potencializar la productividad. De hecho, ninguna de las reformas, hasta ahora socializadas, incorpora incentivos para la generación de empleo o para el fortalecimiento empresarial. Según World Statistics somos el país más madrugador del mundo, y controversialmente, el menos productivo de la OCDE. Confío en que pronto surjan iniciativas de estímulo a la economía porque, después de todo, la buena dinámica será la garante real del bienestar social, presente y futuro.

Fíjese, señor lector, en que hasta ahora, no existe evidencia alguna de que los países puedan subsanar brechas sociales cuando su economía es frágil y estática; al contrario, los países con mejores índices de bienestar son aquellos que innovan y logran mantener creciente su economía. A manera de resumen ilustrativo, evoco las palabras del nobel George Bernard Shaw: “No tenemos más derecho a consumir felicidad sin producirla, que a consumir riqueza sin producirla”.