¿Vamos a dejar que acaben con el San Jerónimo?

Por José Armando Benítez Tuirán

¿Van a dejar que acaben con el Hospital San Jerónimo? Es la pregunta que el pueblo cordobés debe hacerle a la ministra de Salud, Carolina Corcho y al nuevo Supersalud, Ulahy Beltrán López. Y es que la situación no da espera. Obviamente que los entrantes funcionarios tendrán centenares de casos que requieren de su inmediata intervención. Por eso mismo el clamor del pueblo debe hacerse sentir inmediatamente y poner en conocimiento de ellos, la lamentable y triste situación que atraviesa el hospital, que hoy debería ser, el referente y más vanguardista de los centros asistenciales no solo de Córdoba, sino también de Sucre, sur de Bolívar, Bajo Cauca y Urabá antioqueño.

El San Jerónimo necesita que le echen una mano, pero no una mano al cuello para asfixiarlo, como han hecho las intervenciones de los últimos años, sino una mano amiga que le permita salvarse y convertirse en un centro hospitalario eficiente e innovador.

La bancada de congresistas cordobeses, el gobernador Orlando Benítez, y todos aquellos que de alguna manera son cercanos al nuevo gobierno, deberían poner de manifiesto la imperiosa necesidad de que se dé un golpe de timón en la dirección del Hospital San Jerónimo.

Bien para que sea administrado por la gobernación de Córdoba, en aras de que se cree un equipo competente de profesionales de la región que tengan un alto sentido de pertenencia por una institución hospitalaria tan emblemática para nosotros y lo saquen adelante.

O bien para que, como se ha sugerido en esta casa editorial, se ponga en manos de interventores que hayan tenido éxito en procesos anteriores.

Lo cierto, es que el pueblo cordobés no puede tolerar que a quienes han dirigido la intervención del hospital San Jerónimo, dónde los pasivos pasaron de 57 mil a 80 mil millones de pesos, donde reina un desorden financiero y administrativo importante, se les premie prorrogando un año más una intervención que de momento ha resultado adversa. Y que cuestionablemente, esa prórroga haya tenido lugar tan solo cuatro días antes de la culminación del Gobierno Nacional saliente.

Somos conscientes de que quienes recién llegan a los cargos no pueden solucionar en una semana lo que han venido dilapidando desde hace una década en el hospital San Jerónimo. Pero no es menos cierto, que un gobierno que ha llegado generando expectativas con referencia a un gran cambio nacional, debería empezar por atender un clamor tan importante como es: no dejar que acaben con el Hospital San Jerónimo.