30 de julio de 2022 - 10:24 AM

Vacío fértil

Vacío fértil

Por Olga Leonor Hernández B.

Dijo el conejo a Alicia en uno de sus encuentros en el país de las maravillas: “Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te llevará allí”. La traducción deformada por el tiempo nos plantea “Si no sabes para dónde vas, cualquier camino te sirve”. Por años nos han mostrado esta frase como un llamado a la necesidad de planeación y organización. Hemos usado al conejo de Alicia para decirnos que, si no planeamos con claridad, el panorama futuro es oscuro. Nos hemos acostumbrado a pensar que si no nos anticipamos a las consecuencias de las acciones, si no tenemos en cuenta todas las variables, simplemente las situaciones de la vida llegarán en bandada y andaremos dando tumbos y a ciegas perdiéndolo todo en el camino.


Sin embargo, hoy quiero atreverme a proponer una lectura alternativa. Una que seguramente muchos otros han hecho ¾ no me creo tan original ­¾ y que aplica para aquellos momentos en que necesitamos abandonar o renunciar al terreno conocido aún sin saber qué nuevo camino tomar. No estoy promoviendo el desorden y la falta de organización, mi personalidad no me lo permitiría; pero cada vez más veo que la idea de tener un plan B bajo la manga ha hecho que nos amarremos a lugares, personas o situaciones por el temor a no tener todo organizado o un nuevo objetivo claro. Entonces lo que termina pasando es que se sostiene la idea de que no se puede soltar sin saber a dónde se va a ir.


Pero el conejo de Alicia era realmente sabio. A veces no sabemos hacia dónde vamos y entonces tenemos ante nuestra mirada un sinfín de posibilidades. En ocasiones el no saber es el terreno fértil para explorar opciones nuevas, incomodarnos, salir de lo conocido y cotidiano y darles una mirada a esos aspectos nuestros que no por desconocidos resultan siendo negativos. He visto pacientes que ante esos saltos al vacío descubren que tenían alas, que podían moverse en cualquier dirección y no solo por el camino que previamente se había demarcado. El no saber inicialmente hacia donde se va nos obliga a la creatividad, nos potencia desde la incertidumbre, nos exige mirar más allá y hallar en lo desconocido nuevas posibilidades para la transformación.


El no saber no es un problema, se va sabiendo a medida que se va caminando. La famosa zona de confort es el espacio seguro donde todo lo tenemos bajo control. Y el control no es siempre felicidad, a veces es solo un yugo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *