26 de abril de 2024
Tendencias

© 2023 El Meridiano.

Un gran corazón de luz

Por
31 de dic. de 2022

Compartir con:

thumbnail

Por: Olga Lucía Bustamante Madrid.

Sin que nos enteremos, estamos jugando al juego de la vida en dos sentidos a la vez. Mientras el organismo reclama bienestar, nuestro espíritu hace una invitación amorosa y acorde al bienestar interior. Mientras perseguimos metas materiales, la esencia que habita en nuestras entrañas nos demanda prudencia, sensibilidad y acciones coherentes. Cuando corremos detrás de triunfos y nos detienen las derrotas, nuestro espíritu coge lo mejor de cada experiencia, para podarse y crecer. Seremos vencedores si respetamos la vida con los hilos que la mueven. Las fichas del juego son nuestras decisiones y nos llevan a develar nuestra grandeza o nuestra pequeñez.

La adversidad en algunas ocasiones es un bienestar encubierto, significa que podemos sacarles partido a las dificultades en vez de quedarnos atrapados en ellas, son un reto a nuestra creatividad. La inteligencia de la naturaleza es insuperable, por eso es mejor andar de su mano. No es sano competir con los poderes y las leyes naturales, y muy a menudo lo hacemos. La creación es un dilema para la gran mayoría, muchos ni siguiera intuyen que los humanos albergamos en nuestro interior un Ser de Luz. Que lo que nuestros ojos ven y nuestros oídos oyen es gracias a ese Ser que nos habita. Cuando los ojos físicos, los sentidos y el cerebro dejan de funcionar, es porque el Ser Espiritual, trascendente e inmortal, desencarnó, dejando solo el vestido que lo cubría. Todos los días parten de este mundo muchas personas, y aun así no aceptamos que materialmente somos muy lábiles. Lástima, por aquellos que creen que su vida termina cuando las células de su organismo dejan de funcionar. Cuando el espíritu desencarna se hace consciente para él, la cita pendiente con El Creador. Este, carga solo con el resultado de su vivencia interior, en un mundo exterior que lo disipaba. Y al mirar el guion que escribió en la película de su vida, descubrirá que él, y solo él, creó lo que él quiso vivir, un cielo o un infierno. Es la libre decisión de experimentar lo espiritual o no hacerlo.

¿Creo que la naturaleza y el ser interior, son dos elementos disociados? ¿Soy un rastreador espiritual o un simple paseante por la vida? Somos partícipes, sin proponérnoslo, de procesos que miden nuestra calidad humana integral. Puede faltarnos una pierna o un brazo, y aun así podemos ser maravillosos bailarines de la vida, si logramos entrever que tenemos un gran corazón de luz.