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Un cuento es todo un cuento

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13 de feb. de 2023

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Por José Arturo Ealo Gaviria

"Pretender que otros se gocen las palabras, colocarla patas arriba y torcerles el pescuezo sin piedad, eso es, perderle miedo al experimentar con ellas e internarse a la fantasía. Es soslayarse a la creatividad.

Hay cuentos envolviendo historias maravillosas. Cada frase se suma a la construcción de un efecto. Un cuento se tiene entre manos cuando realmente hay una emoción fundamental. Es la forma literaria más exigente después de la poesía. No es fácil. De él huyen los convertidos en novelistas.

Es el lector quien toma los personajes del cuento. Los investiga. Los imagina a fondo. Es una imagen irradiando cierta sensación, más que un personaje o un mundo, lo que levita después de leer ese cuento, como "Un artista del hambre", de Kafka, "El corazón delator" de Poe, "El cumpleaños de la infanta", de Wilde, "Bartleby, el escribiente" de Melville, "Diez negritos" de Ágatha Christie, "A la deriva" de Quiroga, "Los muertos" de Joyce, "Viaje a la semilla" de Carpentier, "El Aleph" de Borges, "¡Diles que no me maten!" de Rulfo, "Un señor muy viejo con alas enormes" de García Márquez, "Cómo se salvó Wang-Fo" de Yourcenar, "Meneseteung" de Munro. Siguen llegando a la memoria a tutiplén.

Y todos tienen en común ese suspenso para llegar al suspenso, ese camino frase por frase hasta llegar a una frase final que siempre queda en puntos suspensivos. Al final, todos consiguen presentarnos, como mostrándonos sólo alguno de los tres actos del drama, a un hombre en el momento preciso en el que sospecha y descubre el revés de la trama. Con que hay un punto que contiene todos los puntos.

Con que esto es la culpa. Con que esto es la muerte. Con que sí existe un jinete sin cabeza. Con qué preferir la fantasía a la realidad es lo mismo que venderle el alma al diablo. El arte entero va por el camino del drama, pero desde que la literatura no está sola en el mundo tienden a compararse las contundencias del relato corto y el largometraje.

Habría que decir, sin embargo, que el cortometraje, el videoclip y el episodio unitario de televisión se parecen al cuento en su vocación a dejarnos sin palabras como un acto de magia, a dejarnos frente a frente con un abismo insalvable y contagiado de vértigo. Y el largometraje tiende al aliento, hoy, de una novela corta, de un cuento de Alice Munro.