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Turismo Muerto

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16 de may. de 2023

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Por Sergio Arenas

Soñar sí, pero no así. El Gobierno Nacional sueña el turismo de nuestro país así: promoviendo ante el mundo el disfrute respetuoso de nuestros paisajes imponentes, nuestra cultura alegre y nuestra gente trabajadora; generando bienestar social gracias a una transición económica en la que formas de turismo sostenible y comunitario, entre otros, sean protagonistas; y consolidando al sector como una enorme fuente de divisas que al final termine alimentando esa transición económica y permitiendo el disfrute respetuoso de nuestro territorio.

Un propósito así suena muy loable. La cuestión está en aterrizarlo, y les voy a decir las piedras en el camino entre expectativa y realidad: aunque las montañas, los mares y las selvas estén, no hay seguridad para llegar a verlos. Basta con ver que la fuerza pública disminuyó en zonas rurales para saber que así es imposible enseñarle nuestro potencial al resto del mundo.

Entonces, pensar en el turismo como el protagonista de la transición económica es creer que existen las condiciones mínimas necesarias para ofrecer turismo de calidad. Lo que pasa es que esto está muy lejos de ser verdad. Ni el Ordenamiento territorial ni el Plan Nacional de Desarrollo contemplan las acciones concretas que se requieren para solucionar temas tan necesarios como una infraestructura adecuada que apalanque este sector.

Y sostener el argumento iluso de que el turismo es el nuevo petróleo para detener la exploración y suspender el fracking, es simplemente desconocer otra realidad. Nuestra oferta real de turismo responsable es aún muy incipiente y precaria, lo que sólo termina haciendo más evidente el despropósito de soñar con los supuestos equivocados.

Podemos soñar con muchos futuros, pero siendo realistas con las condiciones de hoy. El turismo necesita reflejar un país seguro, ordenado y apto para la inversión. Una cosa es que el concepto de turismo rural suene muy atractivo, y otra es que algunos ríos se estén contaminando por las descargas de residuos de un turismo rural con prácticas desordenadas y sin proyección.

Si queremos alcanzar eso que parece una utopía, no podemos seguir dándonos palmaditas en la espalda cada vez que hablamos de lo bien que suena el turismo sostenible, cuando la verdad es que hoy ofrecemos un turismo que no es accesible, que no es seguro, que no está planificado, que no tiene recursos y que contamina. Soñemos, si, pero trabajemos con realidades, no con ideales.