Por: Bibiana María Guerra De Los Ríos

Las redes sociales son, sin duda, la mejor forma de aprender y difundir noticias hoy en día. Las cadenas de WhatsApp y los tweets se han convertido en los mejores medios de comunicación. Sin embargo, así como esto puede parecer positivo, puede ser también nefasto cuando la información es cruel, falsa o simplemente incompleta. Esto último es precisamente lo que ha sucedido con la famosa Ciudad de los 15 minutos, planteada por el científico y urbanista colombo-francés Carlos Moreno. En el último mes, varias ciudades en Europa y Canadá han sido testigo de protestas y noticias falsas acerca del supuesto impacto negativo del concepto planteado por Moreno e implementado, principalmente, en París.

Que no podremos salir de nuestros barrios, que se convertirán en guetos o en campos de concentración y que para hacerlo debemos pedir permiso, que cada movimiento será vigilado y controlado, que nuestras libertades serán limitadas... Así describen muchos esta noble idea que mejorará no solo la calidad de vida de los ciudadanos, sino del medio ambiente también. Y es que incluso algunos aseguran que Moreno es el líder de una secta comunista debido a su pasado como militante de un grupo guerrillero, motivo por el cual tuvo que salir de Colombia. Además, llama la atención también que estos “activistas” son los mismos que niegan el cambio climático y apoyan los movimientos antivacunas y anticomunistas. Hasta con protestas y amenazas han llegado los opositores de esta idea que tiene el apoyo de organizaciones internacionales como la ONU y de muchos políticos locales que ven en ella una gran oportunidad para mejorar las ciudades. En Colombia, Asocapitales y la ciudad de Bogotá adelantan planes para pasar de la teoría a la realidad de la vida en barrios basada en el concepto de proximidad.

Estas historias parecen sacadas de un cuento o una novela de ficción. ¿Acaso con la pandemia no aprendimos a movernos más en nuestros propios barrios haciendo énfasis en la bicicleta y la caminata? ¿Lo que deseamos todos, y más en Bogotá, no es dejar de estar metidos en trancones por largas horas y disminuir nuestros tiempos de desplazamiento? Esto es precisamente lo que ofrecen las ciudades densas y compactas, que encontremos todo lo que buscamos para nuestro diario vivir en un radio de 15, 20 o 30 minutos. Los centros urbanos europeos son un fiel reflejo de este tipo de ciudades que hoy ofrecen bienes y servicios sin necesidad de hacer uso de los carros particulares. Piensen en capitales como París, Copenhague, Roma y Madrid o en otras ciudades como Oxford, Nueva York y Barcelona. ¿Quién no quisiera vivir en ellas y experimentar esa libertad que ofrece caminar por espacios verdes y calles seguras?

Claro que hay retos y el concepto de las ciudades de 15 minutos no está del todo inventado. Hay que mejorar las ideas para que la ciudad no se vuelva un cúmulo de barrios independientes y atomizados, pero lo cierto es que cada día vemos cómo lo local y el barrio se vuelven el núcleo básico de la política pública territorial que pone al ciudadano como el actor principal. La ciudad a escala humana propicia encuentros e interacciones sociales, se abre a todos y nos facilita la vida. P.D.: “La ignorancia genera miedo, el miedo genera odio y el odio genera violencia” (Averroes).