27 de abril de 2024
Tendencias

© 2023 El Meridiano.

¿Sobreviviremos?

Por
20 de feb. de 2023

Compartir con:

thumbnail

Por José Arturo Ealo Gaviria:

Al igual que las guerras, las epidemias, los siniestros naturales son fenómenos de gran intensidad. Permanecen subterráneos, invisibles. Pocas manifestaciones reúnen el conjunto de relaciones sociales y las enfrentan dialécticamente como los ciclones, los sismos y los huracanes.

La humanidad parece haber sacado dichos acontecimientos de un catálogo de miedos civilizados. Con el despertar del monte Vesubio —Nápoles, Italia, año 79 d. C.—, luego de llover piedra derretida, lejos quedaron Pompeya y Herculano con su atmósfera de cenizas.

Sin embargo, estos pulsos siguen retando las fortalezas del supuesto modernismo, y la eficacia de la memoria colectiva para organizarse en torno a la prevención del riesgo. Y basta con pensar en la literatura de Horacio Quiroga, de José Martí o de Jorge Isaacs para entender desde siempre, al mirarse con miedo los arranques de la madre tierra. Siempre hemos temido que nos absorba esa misma geografía olvidada por otros mundos, al menos hasta hace poco.

La Tierra está amenazada en muchos aspectos que resulta difícil ser positivo. Las amenazas son demasiado grandes y numerosas. Nuestro planeta se nos está reduciendo.

Los recursos físicos están siendo drenados a un ritmo alarmante. Se le ha regalado un desastre con lo del cambio climático: temperaturas elevadas, reducción de los casquetes polares, deforestación, sobrepoblación, enfermedades, guerras, hambrunas, falta de agua y diezmamiento de especies animales. Todos estos problemas tienen soluciones, pero hasta ahora no se han aplicado. El problema es que cuando la gente se dé cuenta de lo que está sucediendo puede ser demasiado tarde.

Como estamos al borde de una Segunda Era Nuclear y de un período climático sin precedentes, los científicos tienen una responsabilidad especial, una vez más, para informar a la humanidad y asesorar a los líderes sobre los peligros a los que se enfrenta el ser humano. Los peligros de las armas nucleares y sus efectos devastadores. Las actividades de los humanos y las tecnologías están afectando los sistemas climáticos de manera que puedan cambiar para siempre la vida en la Tierra. El aumento de la temperatura del mar puede desencadenar la liberación de grandes cantidades de dióxido de carbono, atrapado como hidruros en el fondo del océano. Ambos fenómenos pueden aumentar el efecto invernadero, hirviente y con lluvias de ácido sulfúrico. La vida en la tierra sería insostenible. Tenemos la tecnología para detener esa avalancha de desastres. Solo se necesita la voluntad política. No siendo así, moriríamos.