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Sobre la coherencia

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28 de jun. de 2023

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Por Rafael Negrete Quintero

El filósofo español Fernando Savater escribió la siguiente píldora en Twitter: "Los que presumen de pensar lo mismo que a los 18, en realidad no piensan". La frase tiene sus similitudes con una que lanzó aquí un ex presidente, decía; "Solo los imbéciles no cambian de opinión cuando cambian las circunstancias". Muy parecida también a la del ex guerrillero venezolano, Teodoro Petkoff, en su libro "Solo los estúpidos no cambian de opinión". Frase que se le atribuye a Franklin Delano Roosevelt, el ex presidente norteamericano, quién señalaba: "Solo los idiotas no cambian de opinión".

Sin embargo, y a pesar de lo dicho por estos personajes de todos los pelambres, en la política colombiana la coherencia sigue siendo virtud. Supongo, porque no es de buen recibo que un político se haga elegir con unas banderas y gobierne con otras, a pesar de que sepamos que todas esas promesas electorales con las que llegan al poder llevan una que otra mentira piadosa.

El asunto está en que a los políticos debería, digo, permitírseles cambiar de parecer sin tanta censura. Porque el escenario puede llegar a ser peor si obligados por su electorado a ser coherentes se embarcan en promesas catastróficas para el país que son imposibles de cumplir. Un candidato no tiene toda la información que tiene un presidente en ejercicio por más esfuerzo que se haya hecho en los últimos años para que la información sea pública.

Tampoco significa esto que las elecciones deberían ser un juego de todo vale en el que se promete y promete y nunca se cumple. De la seriedad de las promesas cumplidas depende, por supuesto, la credibilidad del sistema democrático. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa como decía el filósofo de Buga. Y a tal punto hemos llegado que ya comenzaron los candidatos a declarar ante notario lo que harán y no harán como si esa fuera su palabra final.

Como si ya no se hubieran roto aquí promesas firmadas en piedra. Como si esa declaración fuera a servir de algo sin ir acompañada de la ¡copia ampliada al 150% de la cédula! Esa sí, una regla nunca escrita, que el colombiano promedio no le pasa ni le perdona. Porque para eso si somos expertos, para exigirle al otro lo que no necesita, un sello, una firma, un papel. Una declaración extra juicio que demuestre que no está muerto porque respirar no sirve. En suma, para enfocarnos en ¡pendejadas!

Creyendo que la coherencia es una virtud los políticos nuestros van "demostrándole" al mundo que son coherentes, sin acordarse, que para llegar ahí han militado "siempre", en cualquier partido que les haya permitido lanzarse. Ya veremos con que salen de aquí a octubre.