19 de abril de 2024
Tendencias

© 2023 El Meridiano.

Se vale estar triste

Por
4 de feb. de 2023

Compartir con:

thumbnail

Por: Olga Leonor Hernández Bustamante.

Soy una persona triste. Bastante triste y nostálgica. Me gusta la soledad y la posibilidad que ella me otorga de no hacerme cargo de nada más, solo de mí misma. En mi soledad mi tristeza no es tan triste. Es una compañera que me invita al recogimiento y al silencio. Me permite dejar el afán de responderle a todo el mundo, de cuidar a todo el mundo, de sostener a todo el mundo. La tristeza llega como una oleada que he aprendido a captar como una alarma. No es malo estar triste, es un aviso que me notifica la necesidad de detenerme y estar en silencio un rato para volver a encontrarme conmigo.

Tardé mucho en entenderlo. Lo habitual es que nos hablen de la tristeza como un estado indeseable del que hay que escapar rápidamente para no hundirse allí. Si estás triste resuélvelo, lo importante es que regreses a estar feliz y de esta manera a estar a tono con las exigencias de la vida, con los compromisos impostergables que toca cumplir, con la imagen que es necesario proyectar.

Si alguien revisa la teoría, sabrá que la tristeza aparece cuando se pierde algo que se valora. Hoy estoy hablando de la tristeza que surge cuando lo que se siente perdido somos nosotros mismos. Cuando nos hemos sometido a la exigencia de tener felices a los demás a costa de nuestro propio bienestar. Cuando nos sentimos culpables y avergonzados por estar cansados. Cuando nos hemos condenado al silencio en los momentos en que necesitamos ayuda. Estoy hablando de la tristeza que surge acompañada de un sentimiento de estar vacío y extraviado, de no entender lo que somos y lo que deseamos. ¡Y cómo no va a suceder eso! Si somos lo último en lo que posamos nuestra mirada.

Alguien me dijo hace poco que cuando se siente así de triste, le dan ganas de mandar al c… todo en su vida; liberarse de todo lo que le pesa y dedicarse a hacer solo lo que le gusta. Los afanes y responsabilidades de la vida no se lo permiten, pero comprendí en esa conversación que la tristeza enorme no es el problema por solucionar, lo que nos exige resolver es el abandono al que nos sometemos por pretender ir por la vida pensando más en los demás que en nosotros mismos. Es un llamado a la necesidad de cuidarnos, de atendernos, de dejar esa idea absurda, de tener que hacer felices todo el tiempo a los demás. Podemos ser luz y bálsamo para los demás, poder acompañar a los otros es importante, pero es necesario estar atentos cuando el costo que pagamos, por eso es nuestro propio bienestar.