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Rescatando la ciencia
Por José Arturo Ealo Gaviria
Vivimos en una era técnica. Son muchos quienes están convencidos que la ciencia y la tecnología tienen las respuestas a los problemas. Hemos de dejarles a los científicos las respuestas y que sigan con su trabajo. Crearán el cielo en la Tierra. Pero la ciencia no es una empresa que tenga lugar en algún plano ético o espiritual superior por encima del resto de la actividad humana. Como todos las demás áreas de nuestra cultura, está modelada por intereses económicos, políticos y religiosos. La ciencia es un asunto muy caro. Durante los últimos 500 años, la ciencia moderna ha logrado maravillas gracias en gran parte a la buena disposición de los gobiernos, empresas, fundaciones y donantes privados que han aportado miles de millones de dólares a la investigación científica.
Estos miles de millones han hecho mucho más para explorar el universo, cartografiar el planeta y catalogar el reino animal que realizaron Galileo Galilei, Cristóbal Colón y Charles Darwin. Si estos genios no hubieran nacido, sus intuiciones probablemente se les habrían ocurrido a otros. Si no se hubiera dispuesto de la inversión adecuada, no habría excelencia intelectual que la hubiera compensado. Si Darwin no hubiera nacido, la teoría de la evolución se le habría atribuido al naturalista, explorador, geógrafo, antropólogo y biólogo británico Alfred Rusell Wallace.
La mayoría de los estudios científicos se financian porque alguien cree que pueden ayudar a lograr algún objetivo político, económico o religioso. En el siglo XVI, reyes y banqueros dedicaron muchos recursos para financiar expediciones geográficas alrededor del mundo y ni un solo centavo para estudiar la psicología infantil. Esto se debe a que reyes y banqueros suponían que el descubrimiento de un nuevo conocimiento geográfico les permitía conquistar nuevas tierras y crear imperios comerciales, mientras que no podían ver beneficios en algo que no les era rentable. En resumen, la investigación científica sólo puede florecer en liga con una religión o ideología: influye sobre las prioridades científicas y decide qué hacer con los descubrimientos. Se debe tener en cuenta fuerzas ideológicas, políticas y económicas que modelan la física, la biología y la sociología, y las han impulsado en determinadas direcciones al tiempo que ignoraban otras. Los propios científicos no siempre son conscientes de intereses políticos, económicos y religiosos que controlan el flujo del dinero. Rara vez los científicos dictan un programa científico.
La mayoría de los estudios científicos se financian porque alguien cree que pueden ayudar
a lograr algún objetivo político, económico o religioso.