Los restos de lo que eran los dos planchones tipo ferry que transportaban a las personas y vehículos entre un lado y otro en el punto del corregimiento de Río Nuevo, del municipio de Valencia, quedaron a un lado como símbolo de lo que por años brindaron el servicio a quienes debían salir y llegar al casco urbano de la localidad.

Los recuerdos de las naves flotantes de madera cargadas de camiones con ganados, mercancía y demás artículos para abastecer el pueblo, quedan en la mente de los residentes de esta región del Alto Sinú en la que luego de ires y venires, de acuerdos y desacuerdos por fin cuentan con un puente de concreto, sí esa misma famosa estructura en la que por años se perdieron los recursos, se quedaron en el papel o como dirían algunos en 'bolsillos izquierdos'. Aunque en el año 2020 por fin pudieron inaugurar.

En el 2010 empezó el proyecto y por cerca de 4 años esta obra estuvo abandonada. La comunidad recibía mensajes de desesperanza. Y es que este elefante blanco que fue 'cazado' tuvo tres contratos, pasó por 4 gobernadores de turno y tuvo una inversión cercana a los $28 mil millones, cuando en su inversión inicial costaba $8 mil 400 millones y su ejecución era de 8 meses.

Esta estructura de 240 metros se ha vuelto un espacio visible para la región y con él ha llegado el desarrollo y se ha le ha apostado a toda una región que conecta con el Urabá Antioqueño, pese al miedo de los planchoneros de que con la llegada de este quedaban sin fuente de economía.

Y es que los planchones, aunque ya no están, marcaron el hito de un pueblo. El rojo de nombre 'Jumbo' fue el primero en llegar. En el año 1960 inició su labor en la región, cuando fue construido por un señor de apellido Londoño. De ahí pasó a manos de Diego López. Y en 1970 se puso en marcha otro llamado 'El Palomo' que era de propiedad de un habitante de la zona de apellido Lara. Hoy todo es historia, pero el puente una realidad que vive entre los valencianos.