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Poner distancia con lo que te roba la paz

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28 de ene. de 2023

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Por: Olga Lucía Bustamante Madrid.

“Hay que poner distancia con todo aquello que te robe la paz” Leí en alguna parte. Y ¿Cómo poner distancia con el pensamiento y las creencias incongruentes, que patinan y patinan por tu cabeza, envolviendo tu mente y tu vida y no te dejan avanzar?

Las palabras fuera de control son perversas, suelen culparte o culpar con tal de evadir responsabilidades. En esta posición errada se sustentan los problemas de la humanidad. Difícil es ahondar en la verdad cuando esta implica no tener la razón. Siempre se puede encontrar como escapar. El rico sabe que su riqueza puede aportar soluciones a la escasez de muchos, entonces mide en cuanto se van a afectar sus arcas, e ignora el bienestar que puede aportar, esperando que otros lo hagan.  El alcohólico conoce la desventaja de su actuar, sabe que daña a seres cercanos a los que ama, pero se aferra a la complacencia momentánea y se disculpa llorando por su debilidad. El mercado de oportunidades pisotea toda norma, pero puede más el lucro que se va a obtener, aunque ese proceder lesione o derribe a muchos. El infiel sabe que lastima su hogar, pero se justifica con mentiras que ensucian al otro y lo liberen de culpas. Igualmente, la persona afectada y humillada en una relación, que soporta el maltrato a cambio de un falso ‘bienestar monetario’ como excusa.      

Lo peor es que es un autoengaño disfrazado de falsa generosidad o aparente altruismo. Es el caso del millonario que hizo su fortuna esclavizando conciencias y malogrando vidas, regalando paupérrima ‘prosperidad’, a cambio de tener sus faltas acalladas. Es en ese mar de disimulos que cimentamos la existencia. No existe organización pública o privada, vidas particulares o ajenas que no sean tocadas por tan nefasta manipulación. La paz no está maniatada, están maniatados nuestros principios y valores y pasa desapercibido ante todos, sus causas, siendo lo único notorio, sus efectos.

La sociedad como tal no existiría, si no existieran sus miembros de manera individual, para constreñir o liberar. La solución a tamaño problema comienza en la honestidad con uno mismo. Si eres un jefe, no acalles la voz de tus subalternos, escúchalos, quizá ellos tengan la razón. No juzgues antes de escuchar las razones del otro, no satanices su descontento, no minimices sus razones. Vencer los propios intereses, en defensa de la verdad verdadera, es de almas nobles. Algunas veces los males del mundo no están en los demás, sino en uno mismo.