Por: Ismael Guerra de la Ossa

Sinceramente, lo que hemos conocido de algunos de los aspirantes a la Gobernación de Sucre y a la Alcaldía de Sincelejo en materia de lo que piensan hacer en estos dos entes territoriales, en caso de ser ungidos con el voto popular en las elecciones del 29 de octubre, nos deja insatisfechos. Para nosotros lo que la mayoría de ellos han expresado en los medios de comunicación con respecto a propuestas de índole gubernamental han sido, creemos nosotros, un catálogo de lugares comunes. No hemos visto allí nada novedoso ni de importancia como para suscitar el interés ciudadano, ni menos aún ese sentimiento de apoyo que se logre concretar en las urnas. Por el contrario, lo que generan es un poco de fastidio e indiferencia porque casi todos han dicho lo mismo. A eso se agrega que algunos están adobando sus expresiones de tinte aspiracional con un populismo ya mandado a recoger, pues los tiempos en que la demagogia barata lograba concitar el fervor electoral no son los mismos y de ahí que los resultados no serán los buscados, pues ahora la conciencia ciudadana prefiere más a los empresarios de realidades que a los mercaderes de ilusiones.

Además, las propuestas vagas y gaseosas, los proyectos subsumidos en generalidades, la tendencia a proponer por proponer sin ningún fundamento aterrizado en realidades ni en sustentos técnicos que hagan viable lo que se piensa hacer, más temprano que tarde se convierten en fracasos y frustraciones para los candidatos. Por eso, en nuestro modesto parecer, los que desean llegar a la Gobernación de Sucre y a la Alcaldía de Sincelejo en los comicios de octubre, para solo mencionar estos dos cargos, deberían desde ya pensar muy bien lo que van a decir en público, pues cualquier cosa que digan se tomará como una muestra de lo que podrían hacer de ser elegidos en los cargos a que pretenden llegar y si allí no hay seriedad ni aplomo ni elementos conceptuales que indiquen que vamos a ser bien gobernados, seguramente no van a conseguir lo que persiguen. Todavía hay tiempo para enmendar la plana y diseñar estrategias programáticas con base en las cuales se pueda disertar con suficiente capacidad de convicción en los medios de comunicación y no caer en lugares comunes, trillados y sin ningún atractivo para el interés ciudadano.