25 de abril de 2024
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Muchas ballenas

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30 de abr. de 2023

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Por: Roberto Samur Esguerra.

Esta es otra de esas historias, entendidas, más allá de la fe, como fantásticas, sin sustento en realidades, escritas por presuntos profetas jactanciosos con su cercanía con Dios, lo que las hace caer en mensajes que los jóvenes de hoy reciben hilarantes. Ahí tenemos el mito de Jonás y la ballena que lo alojó en su vientre “tres días y tres noches” (que entonces debieron ser cuatro, según el check out) sin que a este buen hombre se le ocurriera una mejor excusa para sus escapadas, lo que ha sido utilizado por la humorística caribe, para chacota de quienes no encuentran una disculpa adecuada tras tomarse la fiesta, desde la lectura del bando hasta el entierro de Joselito o la última tarde de toros, cuando se bajan ‘triptongos’ de los palcos. 

El cuento no da para menos, si sabemos que esos animales, por su especial sistema digestivo, se alimentan de cardúmenes, de pequeños peces, como también pudiera ser de las lentejas que le sobren a un congresista, pero no de algo como la humanidad de un señor con turbante, sandalias andariegas y túnica, además con alguna odrina repleta de vino, y otros recursos para el guayabo.  Parece ser que tan alucinante y truculenta novela se refiere a que este humilde pescador desobedeció al Señor en su encargo de predicar en Nínive, y entonces huyó en una barca que estuvo a punto de zozobrar por una tormenta enviada por Dios para castigar su desacato, razón por lo que Jonás les exigió a los marineros que lo lanzaran al mar (pudo haberlo hecho sin ayuda) convencido de que así la tormenta cesaría. Fue cuando Dios envió a tan oportuna y hospitalaria ballena para que lo salvara del peligro, y lo puso a buen recaudo en el vientre del animal.  Todo indica que la renuencia del pastor para predicar en Nínive, se debió a que allí todos eran pecadores impenitentes, por lo que el tipo no quería que recibieran los mismos beneficios del perdón celestial que a él le había sido concedido, lo que nos recuerda el egoísmo y la incongruencia de algunos de nuestros más conspicuos personajes.  

Sería bueno conocer a cuántos actores de nuestra historia reciente y contemporánea se los ha tragado la ballena de la inoperancia y la corrupción, si han permanecido, ya no en su vientre, sino en el de la profunda soledad, de la inocencia, sin reflexionar acerca de lo que ello ha significado en el atraso de estos pueblos. 

Oportuno, sería entonces, que llegaran muchísimas ballenas hospitalarias como la de Jonás, en las que guarecernos de  los homicidios, atracos, secuestros, extorsiones, sicariato, bloqueo de calles, caminos y carreteras, combates entre guerrillas, ataques a la fuerza pública, retenes extorsivos y, en general, de la barbarie que azota sin control a campos, pueblos y ciudades.