18 de abril de 2024
Tendencias

© 2023 El Meridiano.

Los milagros de un buen trago

Por
15 de ene. de 2023

Compartir con:

thumbnail

Cuando los irlandeses comenzaron en el siglo XVII el whisky llamándolo “agua de vida”, no imaginaron que la fuerza vital del precioso liquido les diera también propiedades que algunos hemos llegado a considerar milagrosas. Son conocidos mundialmente los beneficios que en el sistema cardiovascular produce el paladear diariamente una copa de buen whisky, pero muchos bebedores empedernidos al volarse las escuadra terminan casi siempre mostrando la cara adversa del saludable habito referido.

Hace algunos años fui testigo de uno de los milagros del buen trago. Se moría el mes de enero del 75, anunciando las fiestas del algodón el 2 e febrero en Cereté- Córdoba, la tierra del oro blanco.

Los cereteanos apostatando del porro y el fandango reemplazaban los viejos discos de la banda bajera de San Pelayo por los flamantes LP de los hermanos Zuleta, que al grabar el paseo la polaca, del compositor lugareño Silvio Durango, se robaron el corazón del pueblo que deliraban por verlos debutar en el patio sinuano.

El día señalado, al filo del mediodía, llegó el coopetran con la legión Zuletera a la residencia que don Otto Jiménez tenía cerca del pueblo. El espectáculo casetero arrancaba a las 8:00 p.m. y la puntualidad aún no desaparecía de los itinerarios de nuestras estrellas del canto vallenato. La recepción parrandera que ofrecía el anfitrión se traumatizaba al enterarse los presentes de que “El Poncho” no podía cantar esa noche, ya que había llegado con una severa afección bronquial y las amígdalas jugando de bola a bola por la inflamación, casi sin poder articular palabra y, de ñapa, delirando por la fiebre.

Consciente del compromiso que tenía por delante y dejándose llevar por el instinto de hiperactividad etílica, Tomas Alfonso pidió un trago doble de aguardiente con limón y sal que lo zarandeó hasta el tuétano.

Eran las 5:00 p.m. y después de haber despachado un par de piponas de antioqueño, Zuleta no experimentaba ninguna mejoría, pero sí aumentaba el desconsuelo en el pueblo, donde la noticia hacía tambalear hasta la coronación de la soberana algodonera. Oswaldo Esquivia “BAQUIQUE” como siempre recursivo y oportuno, mandó a llamar a un médico recién llegado de la Ibérica Universidad de Madrid, ilustre hijo de Cereté conocido popularmente como “el Pollo Ceballos” quien fue recibido con un estruendoso aplauso digno del héroe salvador de la fiesta.

Después de auscultar cuidadosamente al paciente con un fonendoscopio español, sacó de su reluciente maletín de cuero, también español, un obre de penetro, este sí colombiano y una botella de buen trago, un whisky algo exótico en la época, y, con la seriedad propia del ecuánime galeno, le sentenció al cantante, “el penetro refresco y el buen trago es vasodilatador”.

Cuatro petacazos del escoces, incluido el penetro, bastaron para que la crisis bronqueopulmonar de Poncho fuera arrumada y traducida en versos improvisados al inminente y capacitado discípulo de Hipócrates.

Tras una hora de intenso tratamiento, ya Zuleta cantaba deslumbrándolos con tertulios al poder alcanzar sus registros altos de kikiriki gigante, difícil tarea para cualquier vocalista pero que el realiza sin mayor esfuerzo con su garganta de acero.

Era un verdadero milagro, gracias a esa perfecta combinación de ciencia médica e ingeniería etílica potenciada en la salvaje anatomía del hijo de Carmen Díaz, que pese al trajín y a los años sigue siendo una de las mas grandes figuras del canto vallenato.

La maravillosa formula del doctor Ceballos tendrá necesariamente el reconocimiento de la parentela de don Tomas Parr, que allá en la lejana escocia ignora por completo que en Cereté (Colombia) Jorge Negrete Abdala, nieto de María Abdala, la misma de la novela de Juan Gossaín, es presidente honorario de sado (Sociedad de amigos del buen trago) milagroso licor cuyo consumo es hoy tan habitual entre ellos como el del ñame y el suero.

Por su parte, Zuleta sigue fiel a los postulados del Pollo Ceballos y me consta que con animo y buena fe recomienda siempre la milagrosa formula desde una picada de culebra hasta migrañas, hernias, y fracturas en el pie, y asegura que esta nunca le ha fallado a la hora de conseguir un sobregiro, tirar un varillazo o que le condonen una deuda bien añeja.

El día que tengamos Grammy latino para los grandes parranderos no creo que haya alguien capaz de bajarle a Jorge Negrete y Poncho Zuleta el preciado gramófono.