25 de abril de 2024
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Los milagros de Jesús

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17 de mar. de 2023

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Por Selma Samur de H:

El apóstol Juan afirma que, además de todo lo que se ha narrado en los evangelios, Jesús hizo tantas cosas que si quisiéramos detallarlas se tendrían que escribir muchos libros.

En esta columna enunciaré algunos hechos milagrosos que se encuentran relacionados en la Biblia, y que nos alimentan la fe, llevándonos a concluir que ese mismo Jesús que hizo todo aquello, es quien hoy continúa haciendo cosas parecidas e inexplicables, porque para ÉL nada es imposible.

De varias formas ayudó a los enfermos, por ejemplo: parando la hemorragia de una mujer que con solo tocar su manto quedó instantáneamente sanada; abriendo los oídos y dando la voz a un hombre sordo y tartamudo; devolviéndole la salud a la suegra de Pedro; dejando a personas limpias de la lepra; poniendo a caminar a un par de paralíticos; normalizando la cabeza de un hombre con hidropesía; enderezando a una mujer encorvada; dando la vista a varios hombres e incluso, a un ciego de nacimiento; restaurando la oreja cortada de un siervo del sumo sacerdote y la movilidad a la mano paralizada de un hombre, y sanando a la distancia al siervo de un centurión romano y al hijo de un oficial del rey.

También combatió al demonio expulsándolo de hombres, mujeres y jóvenes. Por otra parte, alimentó en dos ocasiones a multitudes, multiplicando unos pocos panes y pescados, haciéndolos suficientes para todos y quedándoles más de lo que inicialmente tenían.

Sacó una moneda de la boca de un pez para pagar los impuestos al César; secó una higuera que no daba frutos; realizó una pesca milagrosa y abundante con la que se llenaron dos barcos, y calmó la tormenta que amenazaba con voltear la embarcación en que iba junto a sus discípulos.

Profetizó una cantidad enorme de sucesos, entre ellos su muerte y resurrección, así como que Judas lo traicionaría y que Pedro lo negaría. Pudo caminar sobre el mar; cambiar 600 litros de agua por el mejor vino posible, y logró desaparecer cuando, antes de tiempo, lo quisieron apresar. Devolvió la vida al hijo de una viuda que ya estaba en camino a ser enterrado; a la hija de Jairo, que acababa de fallecer, y a su amigo Lázaro, que llevaba cuatro días de muerto.

Jesús en la última cena nos ofreció el mejor regalo y el que, tal vez, fue su mayor milagro: darnos y dejarnos su cuerpo, su sangre y toda su divinidad como presencia viva y real para nosotros.