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Los feminicidios de Valentina y María Camila no serán una estadística más

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9 de feb. de 2023

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Por Liliana Bitar Castilla

La sociedad colombiana está hastiada de los aberrantes casos de feminicidio que se han conocido últimamente, pero más que todo los ciudadanos tienen rabia por la constante impunidad. Impunidad que, irónicamente, garantiza lo opuesto a aquello para lo que existe el Estado y su administración de justicia: prevenir y evitar que se repitan estas tragedias.

Debo aclarar que no se trata de culpar a las autoridades judiciales o de policía. La infinita mayoría de sus miembros hacen un trabajo comprometido por la justicia y por proteger a los ciudadanos y eso tenemos que reconocerlo. Incluso, lo hacen día tras día pese a sus limitaciones de recursos, personal y herramientas. Sin embargo, existen errores, no pocos, que suceden en todas las órbitas de la institucionalidad colombiana y estos errores se desencadenan en tragedias.

Hoy, ante las atrocidades y la barbarie que reflejan los hechos recién ocurridos como el feminicidio de la joven DJ Valentina Trespalacios de tan solo 21 años de edad, el país le clama nuevamente a sus autoridades la tan anhelada justicia. Ni qué decir del aberrante caso de agresión sexual y posterior asesinato a puñaladas de una niña indefensa de tan solo 10 años, María Camila Q.E.P.D., en el municipio de Pitalito, Huila. Esta tragedia sucedió luego de que la pequeña se opusiera a una violación por parte de un individuo salido de prisión dos días antes, quien -para colmo de males- tan solo pagó 16 meses de cárcel por un acto sexual violento.

Si bien acompaño de forma decidida este clamor de justicia, debo enfatizar en que no podemos quedarnos simplemente en una condena a prisión, por ejemplar que esta parezca. Si lo pensamos bien esto no está solucionando el problema de fondo. La clave, creo yo, está en un sistema armonizado de herramientas que inicia en la prevención, a través de la educación, de la atención a alertas tempranas, a las redes de apoyo que ya existen hoy para auxiliar a las mujeres, para asesorarlas, aconsejarlas, acompañarlas, protegerlas y -de ser necesario- rescatarlas antes de que ocurran estos hechos.

Por otro lado, si queremos buscar fórmulas para prevenir los eventos de violencia contra la mujer en las generaciones actuales y futuras, tenemos que tomar conciencia de la importancia de ver, estudiar y referirnos a cada uno de los feminicidios ocurridos con el rostro y el nombre de cada víctima, sin discriminación alguna ni dándole menos relevancia a un caso o a otro. Ellas, al igual que todos nosotros, tuvieron un pasado y, lo que es más lamentable, tenían un futuro para el que ya no hay cabida ni oportunidad.

Mujeres, jamás debemos permitir que la violencia contra nosotras se vuelva una estadística. Somos nosotras mismas las llamadas a rodearnos con fuerza, apoyarnos para perder el miedo, acompañarnos en la denuncia, prepararnos en la defensa y clamar a una sola voz que no dejaremos que sigan acabando con la vida de nuestras niñas y mujeres. ¡No más!