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Los carnavales de Corozal

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17 de feb. de 2023

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Por: Samuel Morales Turizo.

Los habitantes de la Región Caribe, el sábado de Carnaval, despertarán con el ruido de las cañas de millo, de las trompetas, de las bandas pelayeras, del tambor que repiten la alegría de la cumbia callejera. Desde muy temprano se observarán máscaras por las calles, plazas y parques. Es una aventura para mirar los carnavales con ojos que vean más allá. El carnaval a veces candoroso y algo impetuoso en otras. En la Batalla de Flores de Corozal se observan las candidatas de los barrios, comparsas, danzas, y disfraces.

El carnaval es un holgorio popular para jóvenes y pobres, ricos y locos, en las que participan en sus celebraciones hasta los niños que disfrutan de él, participando en cumbiambas, bailes y acompañamientos de comparsas. La mejor muestra de cómo se vive el carnaval la podrán gozar todas las familias corozaleras, este fin de semana.

La nota predominante será la alegría, el bullicio con deseos de bailar, correr, beber, gritar, disfrazarse y echarse, maizena, espuma, porque niños, adolescentes y adultos se lanzarán estos productos indiscriminadamente extendiéndose a las candidatas y a las comparsas.

Un pick-up sonando en un camión, con el alegre cumbión “La tumba catre” y la pollera colorá”, la gente bailando al compás de los diferentes ritmos, con los movimientos desenfrenados del mapalé, la salsa, la champeta, el reggaetón, el porro y el vallenato. Toda esa mezcolanza de cadencias que forman parte de nuestra cultura ancestral.

Es el momento para que nuestros abuelos recuerden aquellas cumbiambas en donde la galantería del parejo le obsequiaba a una mujer con ritmos mestizos, las velas de cebo y el pañuelo para cogerla. Imaginarnos la Región Caribe sin su identidad festiva, es imposible, el hombre y la mujer de este territorio, le acompaña en su cuerpo y en su espíritu, la música y lo mágico.

El carnaval es una fiesta que tiene sus mitos, inventados por la imaginación popular. Los mitos son para escucharlos mediante narrativa oral, para observarlos por intermedio de disfraz, de la pintura, la escultura que se han enriquecido por estos y nos llevan a un mundo enigmático y de extraña fascinación.

“Las cosas tienen vida propia, todo es cuestión de despertarles el ánima”, dice Melquiades aquel personaje macondiano.