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Locuras y disparates

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5 de feb. de 2023

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Por Álvaro Bustos González*

La agitación o estado de revolucionaridad permanente es la savia de los espíritus arrasadores, quienes se ven como la encarnación del futuro. Usan la calle para discutir políticas públicas. Decir, por ejemplo, que las primeras líneas incendiaron, destruyeron bienes públicos y privados, y bloquearon carreteras para no dejarse matar de la fuerza pública, es un criterio aberrante, igual a pensar que las viejas Farc fueron víctimas del Estado y no las hordas asesinas que secuestraron y mataron a mansalva, con un odio luciferino.

Proponer que los reclusos salgan de día y regresen al presidio por la noche a descansar de un arduo trajín es, al menos, una ingenuidad que nada tiene que ver con la condición moral del delincuente. Igual de absurda es la proposición de negociar directamente con el atracador los términos del resarcimiento del robo en cómodas cuotas. Ahí parece haber un desconocimiento absoluto de los móviles y el carácter de los criminales, y una bondad impostada en favor de los malhechores.

Venir de enseñarles dialéctica a guerrilleros imberbes y luego usar el aula universitaria con el fin de modificar la realidad con palabras dulcificadas para darle un toque distinguido a un propósito militante, teniendo como justificación un barniz filosófico, y luego pretender salvar a la humanidad de los gases de efecto invernadero echando por la borda millones de dólares que se requieren para la transición energética, es propio de lunáticos e irresponsables. La contradicción permanente, al igual que la obcecación, van más allá del simple despiste del nefelibata: eso es una defraudación a los intereses reales del Estado y la sociedad.

Ni hablar de la obsesión con las EPS, que deben desaparecer por la decisión de una psiquiatra que pretende mejorar la salud llenando el país de unidades de atención primaria sin capacidad resolutiva, cuando lo que se debe hacer en términos de medicina preventiva es garantizar que las maternas asistan a sus controles prenatales, que se fomente la alimentación al seno, que se vacunen obligatoriamente los niños, jóvenes y adultos, y que se advierta sobre el riesgo de la drogadicción y el motociclismo desbocado, estimulando al tiempo la actividad física, el ejercicio y el control de la ingestión excesiva de alimentos ricos en grasas y carbohidratos. Pero no. La idea es que la plata para la alimentación de los niños la manejen unas juntas de acción comunal. Genial, ¿no?
*Decano, FCS, Unisinú -EBZ-.