1 de mayo de 2025
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Lo que viene antes del Habemus papam

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21 de abr. de 2025

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El mundo católico se alista para elegir al papa 267, en reemplazo de Francisco, quien falleció en las últimas horas en El Vaticano. Pero esa elección no será un proceso ágil y conlleva una serie de pasos, que van desde la confirmación del fallecimiento del Pontífice que estuvo en ejercicio pasando por unas votaciones a cargo de 138 cardenales, todos menores de 80 años, quienes serán los encargados de elegir a la primera autoridad de la iglesia católica.


Por lo menos durante los próximos 10 días, los ojos del mundo estarán centrados en la chimenea de la Capilla Sixtina, de donde saldrá el humo blanco que confirmará que "Habemis papam".


Comprobación del fallecimiento


El camarlengo, quien administra la Santa Sede, debe constatar oficialmente la muerte del Papa, para declarar la sede vacante. El rito indica que debe golpear en res ocasiones la frente del Papa con un martillo, pero además, lo debe llamar por su nombre de bautismo. Posteriormente, se le comunica al cardenal vicario de Roma el fallecimiento. Tras realizar la extremaunción, con una notificación especial difunden la noticia.


Luego se rompe el anillo del Pescador, insignia que se entrega en el inicio del pontificado. Este anillo se lleva en el dedo anular de la mano derecha.


El Papa Francisco impuso nuevas reglas para este tipo de actos. La primera estación "en la casa del difunto" incluye la novedad de la constatación de la muerte en su capilla privada, en lugar de en la cámara, y se deposita el cuerpo en un ataúd de madera y zinc antes de ser trasladado a la Basílica. A continuación, se cierra la puerta de la Basílica de San Pedro y suenan las campanas.


Seguidamente, el cuerpo del Papa será trasladado a la Capilla Sixtina. Allí tiene lugar tradicionalmente la colocación de a vestimenta con los ornamentos pontificios: el palio, una tira de lana blanca con cruces negras, tejida para la ocasión, la mitra blanca en la cabeza y la casulla: es decir, el manto de color rojo que se utiliza para la misa. Su Santidad también pidió que su cuerpo no se exponga al público y su ataúd deberá permanecer cerrado.


Durante tres días, el cuerpo ataúd estará expuesto a los feligreses: en la Basílica de San Pedro, el cuerpo del difunto papa se expone directamente en el féretro. Lo que se denomina como la segunda estación.


Funeral


El servicio fúnebre se celebra tradicionalmente en el altar papal de Bernini, situado bajo la cúpula de la Basílica. El Papa Francisco pidió un funeral sencillo. Incluso, pidió la eliminación de las Letanías de los Santos, que se cantan durante las exequias en dos ocasiones, mientras el cuerpo del Papa es trasladado a la Basílica.


El Papa Francisco expresó su deseo de ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, cerca de la estación Termini de Roma, en lugar de en El Vaticano.


Cónclave


El cónclave es la reunión de los cardenales electores cuyo cometido es elegir un nuevo papa y suele celebrarse 15 días después de la muerte del pontífice anterior. Antes de que comience el cónclave, se celebra una misa en la Basílica de San Pedro. Asisten todos los cardenales electores y comienzan formalmente los ritos del cónclave. En esta ocasión son 138 los cardenales habilitados para votar.

Por Colombia lo hará el cardenal Luis José Rueda (62 años), mientras que los otros dos cardenales Rubén Salazar Gómez (82 años) y Jorge Enrique Jiménez (82 años), no lo podrán hacer porque superan la edad permitida, 80 años. Ambos son eméritos.


Los cardenales se dirigen en procesión desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina. Cada cardenal vestirá la toga roja, el rocchetto, que es la sobrevesta blanca, la mozzetta, que es la capa corta que cubre los hombros, y la berretta, un sombrero en forma de cubo con tres solapas rígidas y un lazo en la parte superior.

En la Capilla Sixtina, inspeccionada y despejada en los días precedentes, se llevan a cabo todas las operaciones de votación relacionadas con el cónclave. En el interior se instalan los bancos para albergar a los cardenales electores y la estufa para quemar las papeletas después de cada votación.

El cardenal decano, Giovanni Battista Re, presta juramento en latín y, a continuación, los cardenales juran que deben desempeñar fielmente sus funciones en interés de la Iglesia y mantener en secreto lo que ocurra en la Capilla Sixtina.


Tras el juramento, el maestro de celebraciones litúrgicas del sumo pontífice pronuncia la frase extra omnes, fuera todos. Sólo quedan los cardenales electores, los mayores de 80 años no pueden votar. El nuevo papa debe obtener dos tercios de los votos de los presentes, en este caso 46 votos. Esa norma de los dos tercios solo se rompe a partir de la 34º votación, cuando se pasa a elegir solamente entre los dos candidatos más votados en la ronda anterior.


Cada día se realizan dos votaciones. Se entregan tres papeletas a cada cardenal, se eligen tres escrutadores, tres auditores y tres para recoger los votos de los cardenales enfermos. Cada papeleta lleva la inscripción Eligo in Summum Pontificem: ahí se escribe el nombre del candidato. Cuando todos han introducido la papeleta en la urna colocándola sobre una placa, los escrutadores cuentan las papeletas y, si el número es correcto, leen los nombres. Si no hay ningún elegido, se procede inmediatamente a otra votación. Todas las papeletas se queman en la estufa.


Si el humo que sale de la chimenea es blanco significa que se ha elegido a un nuevo pontífice, un humo negro significa lo contrario. Cada día hay dos salidas de humo: una al final de la mañana, hacia las 12:00 horas, y otra a las 19:00 horas, hora italiana.


La elección del papa Francisco tardó dos días en producirse, justo antes de Semana Santa y con la dimisión de Ratzinger a un mes vista.


Al papa electo se le pregunta si acepta la elección canónica como Sumo Pontífice. Tras su respuesta afirmativa, se le pide que elija un nombre. A continuación, se pone sus vestiduras blancas en la sacristía de la Capilla Sixtina y regresa para el Te Deum final.


Sólo después llega el Habemus papam, el anuncio desde la Basílica de San Pedro por parte del cardenal protodiácono del nombre del nuevo pontífice.