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Lo que el viento se llevó

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10 de feb. de 2023

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Por Valmiro Sobrino Oliveros

e rabia, de frustración, de desesperanza o de impotencia o no sé si todos al tiempo. Córdoba ha dejado perder en menos de 10 años las dos obras que la habrían catapultado a cima de los departamentos de Colombia. La desidia, la incapacidad, la mediocridad de sus dirigentes, muchos de ellos convictos de la justicia por delitos contra el patrimonio público; otros, politiqueros de medio pelo y los más gamonales emergentes salidos del cubilete de un mago mercenario, no fueron capaces de salvar el puerto de aguas profundas en la bahía de San Antero y ahora acaban de perder nada menos que la Variante de Lorica del megaproyecto vial de Córdoba.

El puerto lo está haciendo el departamento de Antioquia que tiene históricamente una de las mejores dirigencias del país. Atenderá mensualmente entre 60 y 70 buques de más de 8.000 toneladas de registro bruto y hasta de 8 metros de calado sin contar los buques tanque que aprovisionarán de combustible a la zona del Urabá.

Producirá más de 2.000 empleos directos y más de 3.000 indirectos en los próximos 40 años; será epicentro de una zona franca que unirá a Antioquia a los demás puertos del mundo y un corredor de múltiples industrias asociadas; ¡Lo que nosotros no pudimos Hacer! ¡Y por esa derrota nadie le ha hecho un juicio público a la clase dirigente de Córdoba que ahora aparece de nuevo pidiendo votos sobre el cadáver de un difunto!

Pero como si no hubiesen quedado contentos, ahora acaban de dejar perder la segunda mega obra que iba a ser otro proyecto que impulsaría a Córdoba hacia la conectividad definitiva con medio país: Parte del ambicioso proyecto "Ruta al mar", alrededor del cual se construirían otras rutas alternas para Córdoba y Sucre y el Golfo de Morrosquillo. En un país de leguleyos con ínfulas de juristas, enredaron el proyecto en una maraña de decisiones judiciales de nuestro letal formalismo jurídico para paralizar la obra por encima del bien público de media nación y un proyecto redentor de casi 8 millones de colombianos ha muerto en los recovecos judiciales y en las entrelineas de uno u otro código trasnochado.

La ANI lo ha dado por terminado por vencimiento de término. Lo que el viento se llevó como en la inmortal novela de Margaret Mitchell.