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Lo grave es que lo somos

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13 de mar. de 2023

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Por Eduardo Pilonieta Pinilla*

Mucho hemos pensado si es que nos creen pendejos o es que de verdad lo somos y lo decimos por la forma como los encargados del gobierno actual están manejando los hilos del poder.

Un ejemplo típico de lo dicho está representado por los sucesos acaecidos recientemente en el sitio "Los pozos" de San Vicente del Caguán con los actos de "inconformidad social" que condujeron a que unos verdaderos "boys scout" terminaran sometiendo a la fuerza pública a un "cerco humanitario" a fin de imponer la voluntad popular.

No fue el uso de la fuerza, no fue un acto de barbarie, no fue un secuestro extorsivo, simplemente se trató de darle la protección adecuada a unos pobres policías que fueron enviados desarmados a cuidar una protesta honesta y por sobre todo pacífica.

Los incendios no fueron promovidos por los protestantes, sino que fueron efecto del "fenómeno del niño" que elevó la temperatura hasta que los productos almacenados allí se incendiaran por generación espontánea; eso no lo ha dicho el gobierno, pero lo puede decir porque seguramente alguien se lo va a creer.

Lo del Caquetá fue una demostración absoluta de algo que se llama desgobierno que se da cuando las personas que violan la ley tienen más garantías que los que simplemente la respetamos y además de la manera como se interpreta el hacer social solamente cambiándole de nombre a las realidades, como sucede con el secuestro que no es otra cosa que la privación de la libertad de una persona, asunto que suena muy grave y entonces se decidió llamarlo "retención" para hacer desaparecer la connotación criminal y así el país pueda respirar tranquilo porque ahora nos "retienen humanitariamente" convirtiendo un acto absolutamente criminal en una verdadera acción social.

Si derogáramos el Código Penal se terminarían los delitos, pero volveríamos a la época del "sálvese quien pueda", debiéndonos defender de esa catástrofe con las mismísimas uñas, pues mientras los bandidos consiguen armas de fuego en cualquier lugar y momento, a las gentes de bien se nos prohíbe su tenencia y uso no vaya a ser que terminemos lastimando a un auténtico "gestor de paz".

Vamos directo para el patio del carajo, pues nos mata el ser "verdaderos pendejos".