12 de junio de 2025
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Liam Puche, el etnomusicólogo detrás de 'Cien años de soledad' de Netflix

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11 de dic. de 2024

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Cuando Netflix decidió adaptar una de las obras más icónicas de la literatura universal, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, era imprescindible que el universo de Macondo tuviera una banda sonora auténtica que reflejara las raíces del Caribe colombiano. Aquí es donde el etnomusicólogo monteriano, William ‘Liam’ Puche Barraza, emergió como una figura clave, liderando una investigación histórica y musical que desafió el canon y rescató las tradiciones más profundas del Gran Magdalena del siglo XIX.


La odisea de un etnomusicólogo en el universo de García Márquez


El viaje de Puche comenzó en febrero de 2023, cuando Lynn Fainchtein Steider, la aclamada supervisora musical de películas como Roma y Amores Perros, lo contactó para liderar la tarea de dar vida al paisaje sonoro de Macondo. Estas reuniones, acompañadas por su colega Dan Zlotnik, se convirtieron en sesiones semanales de exploración histórica y musical. “Fue un proceso de introspección histórica y musical del 'Gran Magdalena' del Caribe colombiano de mediados del siglo XIX”, recuerda Puche. “Quisimos alejarnos del formato canonizado del vallenato, propio de la industria de la música del siglo XX, para sumergirnos en las ruedas de cumbiamba, con gaitas macho y hembra, maracas, tamboras y cantos responsoriales”.


En esta investigación, Puche recurrió a una amplia variedad de fuentes. Entre ellas, destacó las crónicas de Carl August Gosselman, Charles Saffray, Henri Candelier y Joseph de Brettes, que documentaron prácticas musicales del siglo XIX en la región del Gran Magdalena. Además, utilizó partituras de infantería de Upton, Lemly y Ruiz; los trabajos de Joaquín Viloria de la Hoz, Rondy Torres, Andrés Pardo Tovar, Guillermo Henríquez Torres; y la producción discográfica ‘Una república para las artes (1819-1888)’ del Instituto Caro y Cuervo. Estas fuentes fueron esenciales para recrear el repertorio que reflejara con fidelidad el espíritu musical macondiano de la época.


“Si bien García Márquez mencionó que Cien años de Soledad era un vallenato de 350 o 450 páginas (según la fuente que se encuentre), esta investigación etnomusicológica nos permitió alejarnos del canon establecido del vallenato que entendemos a partir de la industria fonográfica del siglo XX en Colombia”, explica Puche. “Esto nos permitió ir más allá para adentrarnos en elementos históricos, como las prácticas musicales de las ruedas de cumbiamba; o los primeros acordeones de una sola hilera en la década de 1860 en Santa Marta, según Charles Saffray”.


Viajeros por el Gran Magdalena como Henri Candelier y Joseph de Brettes mencionan que, en la década de 1890, en las cumbiambas se interpretaban ‘merengues’ con acordeón, caja, guacharaca, maracas o guaches), durante las fiestas patronales celebradas en las plazas públicas. Estos detalles históricos, según Puche, fueron clave para enriquecer la autenticidad de la música de la serie.


El trabajo de Puche no se detuvo ahí. En escenas como la inauguración de Macondo, seleccionó partituras festivas y marciales de la época que evocaran los sonidos de una nueva comunidad en formación. En la tienda de Catarino, exploró canciones populares de la vida cotidiana, mientras que para la boda de José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, investigó estilos que capturaran solemnidad y alegría. Pero quizá una de las tareas más fascinantes fue determinar el repertorio de la pianola de Pietro Crespi, para lo cual se sumergió en los trabajos de su antiguo profesor, Juan Fernando Velásquez Ospina, y en periódicos de la época. “Las pianolas que se comercializaban a principios del siglo XX incluían desde fugas de Bach hasta conciertos de Rubinstein”, señala Puche.


Un legado interrumpido, pero perpetuado


La tragedia golpeó al equipo cuando Lynn Fainchtein falleció en marzo de 2024. “Fue una pérdida devastadora. Lynn era una mujer encantadora, receptiva y siempre dispuesta a escuchar cada partitura y registro que presentaba”, reflexiona Puche. Tras su partida, Javier Nuño y Joe Rodríguez asumieron la supervisión musical, manteniendo vivo el legado que ella inició. Desde abril de 2024, Puche se enfocó en rescatar las músicas patrióticas, militares y clásicas del siglo XIX, explorando partituras de Upton, Lemly y Ruiz, y referencias como ‘Una república para las artes (1819-1888)’ del Instituto Caro y Cuervo. “Trabajar con un equipo como el de NETFLIX fue un reto y un privilegio,” comenta Puche. “Cada detalle contaba para recrear fielmente la atmósfera de la novela. Toda esa información que socializaba ante Lynn, y luego Javier y Joe, sirvieron como insumo para que los compositores, Camilo Sanabria y Juancho Valencia, pudieran encargarse de la creación musical de la serie. Discutir mis aportes con estos profesionales fue enriquecedor”, añade Puche.


El impacto cultural de las tradiciones rescatadas


Más allá de la autenticidad sonora, Puche comprende el impacto de este trabajo en la cultura colombiana y global. “Macondo no sólo es un lugar ficticio; es un universo que resuena en cada nota. Es nuestra oportunidad de mostrarle al mundo que nuestras tradiciones en el Caribe colombiano son vigentes y universales”, afirma. Puche, además, documentó sus hallazgos en un informe de más de 40 páginas, asegurando que cada escena musical tuviera una base histórica sólida.


Un futuro para la música de Macondo


El próximo estreno de Cien años de soledad en Netflix no sólo marcará un hito en la adaptación de una obra maestra literaria, sino también en la celebración de las raíces culturales de Colombia. Liam Puche, desde su rincón de Montería, ha demostrado que la música es un lenguaje universal capaz de atravesar el tiempo y conectar a las generaciones. “Esto no es solo una serie; es un legado. Es un recordatorio de que nuestras tradiciones no sólo son historia, sino que también son futuro”, concluye Puche. Gracias a Liam Puche, Montería también tiene un papel destacado en el universo macondiano de García Márquez.