29 de marzo de 2024
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La vida pública de Jesús

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10 de mar. de 2023

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Por: Selma Samur de Heenan

Los primeros treinta años de Jesús transcurrieron en el amor familiar y la sencillez del trabajo cotidiano, y cimentaron las bases para que su etapa pública, produjera los frutos que hoy en día seguimos recogiendo y aprovechando porque son la fuente inagotable de vida eterna. Jesús deja su casa en Nazaret y se dirige hacia el río Jordán, al encuentro de Juan el Bautista, para acoger de sus manos el bautismo. Al salir del agua, recibe además la bendición del Padre, cuando al abrirse los Cielos, vieron al Espíritu de Dios que descendía en forma de paloma y escucharon una voz que decía: “Este es mi Hijo, el amado, en quien me he complacido"

Esta manifestación divina puede pasar desapercibida, porque la leemos como si fuera un poema o una manera de decir las cosas, y no como la real descripción de un momento de plenitud y gracia, en el que Jesús queda reconocido como esperado Mesías, al tiempo que la Santísima Trinidad, instituye y avala el poder absoluto del sacramento del bautismo y la necesidad que todos tenemos de recibirlo. A continuación, Jesús va al desierto para fortalecerse mediante el silencio, ayuno y oración, además de su enfrentamiento a las tres tentaciones propuestas por el diablo, que con sus mentiras intentó disuadirlo de su misión al ofrecerle saciar el apetito del cuerpo y ceder al orgullo, al deseo de riquezas y al poder.

Tengamos presentes las enseñanzas del Evangelio sobre la realidad del combate de Jesús con el tentador. No podemos entender las batallas entre el bien y el mal, si desconocemos la injerencia del demonio en nuestras vidas.  Lamentablemente, son demasiadas las personas que consideran que “ese” y sus secuaces no existen, que solo están representados en dibujos, canciones, películas, disfraces, coreografías, carnavales o en la mente de los fanáticos religiosos. Sin importar lo que elijan pensar o creer, Jesús sí lo conoció y combatió personalmente. Por eso nos deja saber que también podemos vencerlo teniendo a Dios como primero en nuestra vida, usando su ejemplo y Palabra como fuente de toda sabiduría. Imitando a Jesús podremos ganar ante los principales argumentos del demonio para hacernos caer en la tentación y pecado: la sensualidad de la carne manifestada en el desorden, en el comer, el beber, la impureza y el placer. En la soberbia, prepotencia o amor propio. La avaricia, el afán desmedido por el dinero y el poder, con el ansia de dominar sobre los demás.