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La vida espiritual

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12 de feb. de 2023

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Cuenta con tres referentes: mundo, hombre, Dios. Según la concepción que el hombre tenga de sí mismo, del mundo y de Dios, así será su forma de pensar: materialista, espiritualista y realista.

Esto ha dado origen a pensamientos filosóficos, que determinan el pensamiento humano. Sin embargo, en el mundo de hoy el hombre no se detiene ni siquiera en aquello de: ¿quién soy? ¿De dónde vengo y hacia dónde voy?, sino que vivimos, nos movemos y existimos en un mundo pragmático y materialista, en donde las cosas del espíritu no tienen cabida, por tanto, no se cultivan al punto que virtudes y valores resultan un obstáculo para quien pretende tener sin importarle el ser. "Cuánto tienes, cuánto vales" parece ser el principio dominante en esta cultura a la que pertenecemos con todas sus añadiduras. Que se despenalice el aborto a cualquier edad, que el incesto no sea delito ni pecado, etc. Son formas larvadas de una cultura del desechable "úsese y vótese", esto viene a dar lógica a lo ilógico.

Comprenderíamos a un mundo descreído y sin voz. Por tanto, si se quita la causa no hay efecto. Para el hombre creyente, el quinto mandamiento "no matarás" tiene vigencia, pero para el no creyente se vale matar por la misma razón: quitada la causa, se elimina el efecto. Para el creyente, que acoge maravillosamente lo material con lo espiritual, se sitúa en un plano real y escucha la voz de Dios que dice: "¿de qué le sirve al hombre ganarse el mundo entero, si al final pierde su alma?" Mateo 16, 26.

Recientemente, el magnate estadounidense McDonald's expresó: "¿de qué me sirvió tanto dinero acumulado, si no pude detener mi enfermedad mortal?". En otro pasaje de las sagradas escrituras dice: "sean perfectos como el Padre Celestial es perfecto".

Mateo 5, 48. Postulado este, que lanza al ser humano a la constante búsqueda de su superación, de su espiritualidad, pero además en nuestro organismo material encontramos órganos que nos procuran la inmaterialidad: el pensamiento, la imaginación, los sentimientos que nacen del alma, de esa alma que está en nosotros animando nuestra condición física.

Los cadáveres de las personas encuentran sepulturas, pero no hay tumbas para el amor, la reflexión, etc. Nuestra dualidad: cuerpo y alma nos hablan de la condición espiritual que nos hace capaces de amar, pensar, reír, llorar. No son actividades orgánicas, pero son nuestras y las denominamos Vida Espiritual.