25 de abril de 2024
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La transición

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9 de mar. de 2023

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Por Fernando Negrete Montes

Al comienzo fue la abolición de la propiedad privada porque esta generaba inequidad en la distribución del ingreso y su lugar debía ocuparlo un sistema de producción colectivo donde se diera a cada cual de acuerdo con una oficina de "planificación económica", asunto que no pudo llevarse a cabo porque ni Rusia en 1917, China en 1949 y Cuba en 1959, como los casos más emblemáticos, lograron alcanzar y más temprano que tarde tuvieron que volver a la economía de mercado que regula de forma "automática" los precios y no un control que lleva al traste con la producción de bienes y servicios.

En Uruguay 'Pepe' Mujica, exguerrillero y expresidente, dijo alguna vez que no tenía sentido acabar con las empresas capitalistas, sino más bien propiciar su aparición, crecimiento y desarrollo y aplicarles una tributación que permitiera redistribuir la riqueza en los sectores sociales más pobres, para ir cerrando las brechas de ingresos existentes, cosa que no se dio en Colombia con la última reforma tributaria porque en lugar de aumentar los impuestos a las empresas para salvar empleos, se debía enfrentar la corrupción que según la Contraloría, llega a los $50 billones anuales.

Si se analizan las acciones del gobierno Petro, observamos que ninguna de las dos vías pretende recorrer porque la primera, no superó los grandes problemas por los cuales se dieron esas revoluciones y la segunda, porque en su conciencia está metido que los empresarios son la oligarquía y contra ellos hay que luchar, como en los viejos tiempos.

Desgasta su capital en una 'paz total' con "gente non sancta" salpicada de violencia y economías ilegales afectando a una población inerme que no tiene otra salida que el desplazamiento y vivir en las peores condiciones y tomando como suyo el problema del cambio climático, casi hasta el fanatismo al pretender acabar con la economía, impulsando la desaceleración o decrecimiento económico en sectores claves, mientras el resto del mundo avanza a media máquina en este frente.

En esto de la dirección del Estado no hay que andar cambiando por el prurito de cambiar. Lo que se tiene o recibe hay que administrarlo bien y a medida que se va conociendo y creciendo, los cambios se ponen a la orden del día y hay que hacerlos. Esto es lo que se llama transición y no la "tronera" que se vive.