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La segunda aceleración

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11 de feb. de 2023

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Por Manuel Guzmán Hennessey

No deja de ser una paradoja que Will Steffen haya muerto hace unos días. En este 2023, cuando muchos de sus colegas han empezado a plantear que este año, o mejor, durante ese incierto período de la pospandemia que no se sabe bien cuándo empezó, cruzaremos el umbral de la segunda aceleración.
A Steffen se le recordará por haber predicho la primera, en el Foro Económico Mundial de Davos de 2015, cuando presentó un trabajo que había empezado en 2004, sobre los vínculos entre un grupo de doce indicadores macroeconómicos y doce indicadores ambientales. Demostró que los grandes cambios del sistema Tierra estuvieron directamente vinculados a los cambios ocurridos en el sistema económico mundial. Señaló a 1950 como el año de la primera aceleración.

Había que recuperar las economías de la guerra, y la fórmula que encontraron fue simple: estimular el consumo para crecer. La receta, evidentemente, no funcionó, pero eso no fue óbice para que volvieran a usarla cuando se cayó la Unión Soviética, cuando estalló la burbuja inmobiliaria de 2008 y, por supuesto, en la pospandemia. Comprar qué, cualquier cosa, dijo en 1950 el presidente Eishenhower, pero Wordsworth, el poeta, había dicho doscientos años antes: comprar y gastar, así desperdiciamos nuestros poderes. A punta de razonamientos simples estamos hundiendo a fondo el acelerador. Lo están haciendo (algunos) cuando proponen ralentizar las transiciones, quienes minimizan las problemáticas, desconocen la información científica y fomentan falsas acciones ambientales o climáticas para mantener el crecimiento ilimitado como guía del progreso.

Paul Raskin es uno de los que creen que ha empezado la segunda aceleración. El año pasado dirigió un seminario del Instituto Tellus dedicado a evaluar su taxonomía del futuro llevada a cabo en 2002. La conclusión de Raskin es contundente: los hechos constatados en el mundo de 2022 indican que todas las posibilidades de escenarios que se insinuaban en 2002 han confluido en un solo camino de colapso inevitable.

Steffen también trabajó sobre los límites planetarios. Todos los hemos superado. Y se le recuerda por haber acuñado, junto con Paul Crutzen, el potente neologismo del Antropoceno. Dudoso honor que ostentamos los del siglo XXI. No todos, por supuesto, algunos. Paz en la tumba de Will Steffen.

Todas las posibilidades de escenarios planteados han confluido en un camino de colapso inevitable.