26 de abril de 2024
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La lujuria

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16 de dic. de 2022

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Por: Selma Samur de Heenan.

Así como la gula es un apetito desordenado por comer, beber y tener, la lujuria implica el apetito desordenado por los placeres de la carne, desconociendo el propósito con que Dios estableció la sexualidad entre el hombre y la mujer, que principalmente consiste en la íntima y mutua donación, tanto física como espiritual, porque además de unirse dos cuerpos, sus almas también se hacen una. Nuestro creador diseñó los órganos de cada ser, estableciendo las condiciones para su funcionamiento. Por eso, el hígado tiene una función diferente a la de los pulmones, y cuando les modificamos las condiciones normales en que deben operar, vienen las enfermedades y problemas en todo el organismo.

Igual sucede con nuestra vida sexual, pues tiene unos requisitos predefinidos que, al ser pasados por alto, conducen a consecuencias que afectan no solo al infractor sino también a muchas otras personas.

La lujuria desdibuja el don de la sexualidad que busca complementar al hombre y hacerlo fecundo en el amor, otorgándole la capacidad de traer una nueva vida al mundo, y la convierte en un cúmulo de tendencias desordenadas en busca de solo placer, pervirtiendo lo que debería ser el sublime culmen del amor filial, ágape y por último, eros. Es este mismo pecado el que ha pervertido a las más importantes instituciones de la sociedad: la iglesia, el colegio y la familia.

Los profesores, familiares, amigos, sacerdotes, padres y hasta abuelos, de muchas maneras, abusan sexualmente de los niños, dañándolos irreparablemente, generando un círculo de lujuria interminable. Esto lo hacen con el mal ejemplo, con la permisividad en las costumbres, dejándolos sin orientación adecuada, por lo que son pésimamente influenciados por el mundo y lamentablemente, de forma directa, con algún tipo de abuso sobre el cuerpo del menor.

La sexualidad, que no está guiada por el amor verdadero, se inspira en el deseo lujurioso y egoísta que solo pretende complacerse. Es por eso, que el sexo, solo por placer, bien sea comprado, obligado o gratuito, la pornografía, la masturbación, la zoofilia, y las orgías, entre muchas otras prácticas comunes, tienen unas consecuencias gravísimas que pocas veces se conocen o dimensionan, pero que siempre tarde o temprano, se padecen.

La secuela más terrible de la lujuria es la incapacidad de obedecer a Dios, porque al volverse tan carnal no logra percibir y degustar la esencia espiritual que nos ha sido heredada, y por tal motivo se vive en el libertinaje, perdiendo así la oportunidad de conocer el verdadero gozo espiritual que perdura y fortalece al amor, al que estamos llamados. La virtud contraria a la lujuria es la castidad, y esta no solamente consiste en la abstinencia sexual, sino que se aplica cuando se acoplan las relaciones íntimas a los mandatos divinos para asegurarse muchas otras bendiciones. Esas que realmente son infinitamente más gratificantes que el efímero deleite carnal.

La palabra de Dios nos habla con precisión de las manifestaciones del pecado capital, de la lujuria y nos advierte de sus consecuencias, los invito a leerlo en Gálatas 5, 16-26