Por: Manuel Andrés Cadrazco

El pasado lunes implosionó la grieta que se venía vislumbrado al interior del Gobierno Nacional y la discusión que se viene dando a nivel país en torno a las reformas, Alejandro Gaviria, Patricia Ariza y María Isabel Urrutia dejaron sus cargos en la primera crisis de gabinete del Presidente Gustavo Petro.

Ante este hecho se recordaron dos cosas, la primera que esta forma de actuar es similar a la que tenía el hoy Presidente en su paso por la Alcaldía de Bogotá, en donde al notar alguna discrepancia con su pensamiento no tenía reparos en modificar su equipo de gobierno, apartar cualquier incomodidad que él percibiera. En segundo lugar, el mismo Alejandro Gaviria el 23 de noviembre de 2021, en medio de la campaña, en una entrevista, como si fuera una profecía, afirmaba que a Gustavo Petro a los 7 u 8 meses se le desarmaría el gobierno luego de nombrar un gabinete de unidad nacional, y que el Presidente comenzaría a usar Twitter refutando tanto a medios de comunicación, como a personas del común, que no estuvieran de acuerdo con sus posturas; ambas cosas están sucediendo.

Lo extraño de todo este asunto también son las salidas de Patricia Ariza y María Isabel Urrutia, quienes venían al frente del Ministerio de Cultura y del Ministerio del Deporte respectivamente, y es que la noticia se dio justo después de una reunión que tuvo el Presidente minutos antes el lunes con los partidos de la coalición de gobierno en el Congreso. Estos movimientos pueden deberse a que los partidos exigieron nombramientos en el gabinete a cambio de apoyar las reformas en curso, aspecto que no es del todo éticético,o aunque siempre se ha hecho.

En esto último considero que es más lo que está en juego con las reformas, como para conformarse con participación burocrática, la cual es efímera, con respecto a los efectos estructurales que podrían tener las reformas.

Este Gobierno ha comenzado descolocado, no le hace bien al país las posturas radicales del Presidente, quien no acepta sugerencias y siempre considera que su postura es la más válida, así mismo, el pensamiento que tiene de que las reformas se deben aprobar si o si porque eso fue lo que eligió Colombia, tampoco es coherente porque fue la mitad del país, quien lo eligió, incluso muchas personas votaron por él considerándolo como la opción más sensata con respecto a su contrincante en la segunda vuelta. Hay que escuchar y generar consensos.