20 de abril de 2024
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La gula

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2 de dic. de 2022

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Por: Selma Samur de Heenan.

La gula es uno de los siete pecados capitales, y, tal vez de todos estos, el que más se disimula porque necesariamente debemos consumir alimentos para mantener la salud y la energía vital. Es frecuente que tengamos claridad para clasificar como pecados algunas conductas y que, por otro lado, toleremos muchos comportamientos, haciéndolos pasar como buenos, rehusándonos a verlos como pecaminosos. Es precisamente el caso de la gula, que solo en situaciones extremas llegamos a la conclusión de que existe.

Dios nos ha bendecido al llenar la tierra con alimentos deliciosos que contienen todos los nutrientes que necesitamos y por eso, son plenamente ideales para nuestra subsistencia. Consumirlos de manera prudente, ordenada, con preparaciones sanas y en cantidades apropiadas hace que ellos se conviertan en nuestra mejor medicina en ambas modalidades, la preventiva y la curativa.

Pero, por el contrario, cuando nos alimentamos desordenadamente y modificamos la calidad propia de los alimentos que la naturaleza nos provee, vienen las consecuencias para el cuerpo y el espíritu, porque la gula es la cuota inicial para adquirir multitud de dolencias físicas y del alma, que pueden llevarnos a la muerte, tanto del cuerpo como del espíritu.

En las sagradas escrituras encontramos muchísimas enseñanzas al respecto. Por ejemplo, en Lucas 21,34: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida” Ezequiel 16,49: “Esta fue la iniquidad de tu hermana Sodoma: soberbia, buena mesa y total despreocupación. Además de esto, ella y sus hijas no socorrieron al pobre y al indigente; se enorgullecieron y cometieron abominaciones en mi presencia.”. Filipenses 3,18-19: “Porque muchos viven como enemigos de la cruz de Cristo, cuyo final es la perdición y cuyo Dios es el vientre”

¿Cómo saber si tenemos gula, si estamos poniendo a nuestro estómago en un lugar demasiado elevado? Las más comunes manifestaciones de gula, son: apetito desaforado por la comida y/o bebida, no medirse en las cantidades que se ingieren, no tener en cuenta la calidad de lo que se consume, comer a todas horas, pensar obsesivamente en la comida, la adicción al alcohol y al tabaco, el ánimo permanente de preparar la comida lo más delicioso posible, comprar más de lo necesario en el supermercado, servir en cantidades exageradas, consumir un alimento o bebida que sabemos nos perjudica para la salud, comer en exceso para después vomitar, abrir la nevera sin necesidad de hacerlo, no hacer elecciones calificadas de los alimentos, comerse todo lo servido aunque ya se esté satisfecho, ser incapaz de decir “no gracias estoy bien”, elegir la cantidad por encima de la calidad, comer excesivamente rápido, repetir sin tener hambre.

Combatamos este pecado con la templanza o autodominio, que es la habilidad de decir “no” a cualquier gusto o apetito. Ese comedimiento debe practicarse hasta hacer de él un hábito que se logra rechazando pequeños gustos que podríamos darnos, pero que voluntariamente dejamos a un lado. Para desarrollar esta virtud, podemos empezar haciendo diariamente una gratificante mortificación con relación a la cantidad o calidad de los alimentos que consumimos.