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La eterna lucha…

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13 de may. de 2023

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Por: Lewis Pereira González.

En Colombia sigue avanzando esta nueva etapa de su vida política, diferente a la del pasado, que no deja de ser el eterno enfrentamiento entre la derecha y la izquierda. Se refiere a una historia que realizó un giro importante en la época Uribe al civilizarla un poco, hacerla menos violenta, si se puede decir de esa manera, y comenzar a producir resultados como los que se pueden ver hoy en día, a saber, un líder de izquierda en la presidencia de la república luchando en un escenario de ciudad, a cargo de varias instituciones del Estado y contando con leyes como medios, negociaciones en el congreso, marchas callejeras y todas las oportunidades que brinda el sistema político colombiano, tal cual como si fuera un juego de ajedrez. Los objetivos no han cambiado, pero sí las formas.

La nueva etapa no quiere decir que no sea un enfrentamiento entre la izquierda y la derecha, con sus miserias y virtudes, aciertos y confusiones, o con las creencias que cada bando intactas, es decir, apostar porque se realiza a través de una suerte de neutralidad valorativa sería ingenuo. La estructura mental de Petro emergió de la lucha armada, de su pasado militante y eso no puede dejarlo atrás, debe recurrir a las creencias fundamentales de las formas de socialismo que más han circulado por América Latina; de manera que no puede, sino creer, como lo han hecho sus pares antes de Venezuela, Argentina, Brasil, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, que en el capitalismo tenemos al gran culpable del calentamiento global, en la oligarquía colombiana el culpable de la pobreza, en la competencia en el mercado la razón de las deficiencias del sistema de salud, el sistema de pensiones o lo que les falta a los trabajadores; y las soluciones no las puede conseguir en otro lado, sino en la estatización, pasar a manos del Estado todo lo que se pueda, ya que si la moral es la adecuada, no haría falta la competencia capitalista. Siente también que los valores no son la competencia, sino el amor y los pobres. Mientras tanto, la derecha mira con preocupación todo el escenario porque le parece que el problema si es el deseo de estatización y que las fallas de esto lo habrían demostrado ya todos comunismos del mundo y la falta de incentivos propias de la gestión de Estado. En el medio de este período histórico, el colombiano de a pie va a tener que decidir lo que más conviene antes de que la democracia entre en crisis, un peligro que es real.