26 de abril de 2024
Tendencias

© 2023 El Meridiano.

La democracia y la calle

Por
17 de feb. de 2023

Compartir con:

thumbnail

Por Miguel Mercado Vergara:

Recurrir a la calle para convocar a las gentes para que protesten es un recuso válido en toda democracia civilizada. Lo menos que puede hacer una colectividad política, llámese de la orientación ideológica que sea, es acudir al pueblo para expresarse porque a la postre este es el destinatario de toda acción que busque la reivindicación o consolidación de los derechos ciudadanos.

El Presidente Petro tiene ese estilo. Y ello no es más que un recurso estratégico para cimentar su acción de gobierno que lo encamina a dar cumplimiento a unas promesas de cambio que fueron expresadas a lo largo de la campaña que lo llevó a conquistar el solio de Bolívar.

En el transcurso de la historia la ciudad, en sus calles y en sus plazas, ha sido por excelencia el escenario de todas esas manifestaciones de la democracia. En la antigua Atenas el Ágora –plaza pública- era el centro de las actividades políticas, administrativas, comerciales y sociales e incluso el sitio donde se impartía justicia y estaba conformado por amplios espacios abiertos rodeado de enormes edificios. Allí, los expositores lucían sus mejores piezas oratorias.

Lo malo de la utilización de éste método, que sin duda revitaliza y activa la democracia, es que se avive el sectarismo político y se profundice peligrosamente la indeseable y mezquina lucha de clases que es generado ra de odios y resentimientos. Pero lo salvable de ésta nueva realidad nacional en que tienen participación activa tanto las huestes gubernamentales como los sectores oposicionistas al régimen que quiere cimentar un proceso de cambio en muchos de los aspectos de nuestra vida institucional, es que no se ha acudido a los métodos violentos.

Llegar a la plaza pública a exponer a voz en cuello una y otra postura gana más aplausos que fomentar agrupaciones armadas e irse a las montañas y rastrojales a matar compatriotas o a secuestrarlos o extorsionarlos o llegar a los pueblos con artefactos incendiarios y arrasar viviendas o edificaciones.

La contrariedad de opiniones e ideas expuestas en la plaza pública o en los recintos cerrados de la democracia construye mejores cimientos que la inútil guerra que por más de cinco décadas nos han impuesto los delirantes pregoneros de la lucha armada como método de actividad política.
mercadovergara@hotmail.com