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La cristalina claridad del revolcón ministerial

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29 de abr. de 2023

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Por Carlos Rodríguez Santos

La coalición de Gobierno con los partidos liberal, conservador y de la U, terminó el martes en palabras de Petro: "por decisión de unos presidentes de partido. Alguno de los cuales amenaza a la mayoría de su propia bancada por apoyar la reforma a la salud". Entonces, en menos de 24 horas, el Presidente anunció el cambio de siete ministros, incluida la titular del Ministerio de Salud, Carolina Corcho, y el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo.

Pues bien, la cristalina claridad del revolcón ministerial es que las benditas coaliciones de gobierno no son más que legado de la estructura de la monarquía constitucional, en donde el poder político estaba conformado por el rey y el parlamento bicameral, a su vez, compuesto por la cámara baja, elegidos por los contribuyentes y la cámara alta, elegidos por el rey. De modo, que la clase económica de la época desde la cámara baja, presionaban al rey para sus beneficios por ser los contribuyentes y en algunos casos, en beneficios de los súbditos, pero siempre que le conviniera.

Entonces, al ser sustituido la monarquía constitucional por el de la clase comerciante, ante la desgracia del proletario triunfante de no poseer la claridad ni la madurez de juicio para tomar las riendas del poder lograda con la revolución, la nueva clase política se inventó los partidos políticos como instrumento eficaz para seguir accediendo al parlamento bicameral, actualmente funcionando mediante el sistema corrupto de negociación del voto para extorsionar al gobierno con puestos públicos y contratos, bajo el sofisma ad populum de que los partidos son el vehículo que relaciona a los ciudadanos con el Estado y sus instituciones y que recogen y expresan las preocupaciones del pueblo, vigilan los actos de los gobiernos, impulsan rectificaciones y encabezan la oposición ¿será cierto?

En un régimen democrático debe eliminarse los partidos políticos, además de hipocresía, constituye una inmoralidad por representar los intereses mezquinos de las élites extractivas que, indiscutiblemente, han establecido una "plutocracia" que pretenderán siempre impedir un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, por sus mezquindades. Se las dejo allí.