Por Álvaro Bustos González

De la historia de la evolución de las especies, que es la misma de los seres humanos, aprendimos que primero sentimos y después pensamos. Es como si los pensamientos surgieran de las emociones, o estas fueran el primordio de todas las sabidurías y argumentaciones que en el mundo han sido. Es un poco lo que une a la razón con la emoción, o a la ideología con la conciencia. Podría decirse que en el principio no fue el verbo, sino una sensación, placentera o dolorosa, noble o indigna, de la que surgió la capacidad de organizar ideas en torno a unas ilusiones o a unas expectativas, y a eso lo hemos venido llamando genéricamente cultura intelectual, un concepto que sin duda encierra algunos aspectos de la ética filosófica y la civilización, cada una con sus características propias, más o menos rígidas o flexibles.

Solo en el ámbito de la democracia, como se sabe, es posible que el pensamiento engendre nuevas luces para la cognición y nuevos significados para la justicia. Es la discusión de los mejores, en uso de la dialéctica, la que permite construir mejores instituciones y talentos, los cuales irán adaptándose a los tiempos en virtud de su capacidad intrínseca para modificarse a sí mismos y aprender de la experiencia empírica. Eso no se logra en la calle, cada quien defendiendo anhelos o intereses inmediatos, sin orden ni concierto.

Hoy, sin embargo, desde el gobierno nacional se nos está invitando a un mundo más igualitario y limpio, a un futuro hipotético, con base en unos prejuicios doctrinarios que han existido de manera centenaria y que por sí mismos muy poco han logrado en pro de la vida humana, excepto la de rociarla con grandes esperanzas y dosis de populismo, fuentes infalibles del fracaso y la pobreza.

Es claro que no todos los tiempos toleran las virtudes. El desempeño pertinaz de algunos ministros fanatizados, ajenos a las necesidades reales del país y sus circunstancias, ahítos de sueños delirantes, puede ser la puerta de entrada a un abismo sin fondo. Aquí parece que la historia hubiera transcurrido en vano. La actitud amistosa con el hampa pasará su cuenta de cobro más temprano que tarde. En México, un juez congeló indefinidamente la extradición de un hijo del Chapo Guzmán. Vamos para atrás, como el cangrejo. Ya ni sentimos ni pensamos. Estamos en un proceso social y político de involución progresiva.
*Decano, FCS, Unisinú -EBZ-.