29 de marzo de 2024
Tendencias

© 2023 El Meridiano.

Gobernantes toquen sus corazones

Por
10 de mar. de 2023

Compartir con:

thumbnail

Por: Édgar Arrieta González.

“El pecado se encarna en las estructuras sociales y políticas, es una fuerza manifiesta, supraindividual que llega a adueñarse de los pueblos en cuanto tales” (San Pablo). Se trata del pecado como hecho histórico-social, ausencia de fraternidad y solidaridad, ruptura de amistad para con Dios y con los hombres y como consecuencia, escisión interior en la explotación del hombre por el hombre, en la dominación y esclavitud de los pueblos, razas y clases sociales.

El pecado surge, entonces, como la raíz de una situación de injusticia y explotación. Es una verdad de a puño que en nuestro medio encontramos situaciones cuyas injusticias claman al cielo, cuando en nuestras comunidades, las más vulneradas carecen de lo necesario, viven en una total dependencia que les impide toda iniciativa y responsabilidad, de igual manera que de toda posibilidad de promoverse culturalmente y de participación en la vida social y política.

Es grande la tentación en estos sectores rechazar con violencia tan graves injurias contra la dignidad humana, es por ello las pandillas juveniles en los barrios, jóvenes vinculados a grupos armados ilegales, prostitución infantil y adulta, drogadicción, en fin, una seria de respuestas ilícitas ante la situación en que viven con sus familias.

La invitación es impulsar políticas sociales para contrarrestar esta descomposición social que reina en algunos sectores del municipio, ya que estamos sufriendo un proceso de transformación social en que los sectores populares copan cada vez más el aspecto de la estructura social del municipio. Por tanto, nuestros mandatarios no pueden pretender ser cristianos sin asumir un compromiso liberador, la motivación debe ser cristiana ya que el problema es social y la solución tiene que darse en ese plano colectivo, pues, el objetivo político debe ser transformar nuestro modo de vida ya que nuestra sociedad continúa siendo excluyente, con alarmantes niveles de pobreza y marginalidad. En Sucre, nuestros municipios, un alto porcentaje de ciudadanos(as) afrontan dificultades enormes en términos de derechos y que no logran satisfacer las necesidades básicas, pues, coexisten altos niveles de desempleo, condiciones precarias de habitabilidad, bajas o nulas coberturas en salud, educación, servicios públicos y de recreación y tantos más.