26 de abril de 2024
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Formas del amor

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4 de mar. de 2023

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Por: Olga Leonor Hernández Bustamante.

Hay amores que solo se sienten seguros cuando existe la renuncia a los deseos y muchas veces a la felicidad por demostrarse mutuamente que están uno al lado del otro y de esa manera permanecerán. No es un amor exclusivo de las relaciones de pareja, aparece con frecuencia también en cierto tipo de familias e incluso amistades.
Lo vemos en esa madre que espera agradecimiento por todos los sacrificios que ha hecho por sus hijos, que ha renunciado a su vida esperando que su dolor y sacrificio le signifique agradecimiento eterno, que se asusta ante la autonomía porque ella misma nunca la construyo para sí.
Es también esa pareja que ama profundamente a la otra persona, pero que siente y se convence de que si esta avanza lo dejará de querer; cree que al crecer, el otro poco a poco comprendería que no es lo suficientemente bueno para que permanezcan en su compañía.
Es un tipo de amor que no concibe la libertad, sino que se asusta ante la felicidad del otro. Cada sonrisa y cada logro individual es visto como un riesgo, pues puede significar el abandono. El sacrificio entonces es su lenguaje: me amas en la medida en que haces cosas por mí, sobre todo aquellas que no te gustan, sobre todo aquellas que van en contravía de lo que quieres o necesitas. Te amo porque renuncié a mis sueños, te debo amor porque renunciaste a tu vida por estar conmigo.
Se convierte poco a poco en un espacio de cuidado mutuo asfixiante, que mientras más rutinizado más tranquilo se siente. Ambas partes saben que le gusta al otro y lo repiten hasta el cansancio. No hay espacio para la creatividad o la exploración de alternativas, es un banquete que ya está servido y no hay variación posible en los platillos.
Es un amor que poco a poco esteriliza la vida de quienes están allí, donde la apatía aparece ante la imposibilidad de desear. Es un amor que está anclado en el tiempo, que se nutre de historias pasadas, pero que tienen un presente cada vez más insípido. Que impide avanzar en los propios sueños, pues son una amenaza, que se debate en la paradoja de amar al otro, pero al mismo tiempo querer que no crezca, sino que se ancle como forma de garantizar su compañía y presencia.
Es una forma de amar que no permite que ninguna de las dos personas abra sus alas, pues no hay forma de ser el dueño de alguien cuando este aprende a levantar vuelo.