26 de abril de 2024
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Ética de cuidados

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8 de mar. de 2023

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Por Bibiana Cabarcas

La vida humana es frágil, y de un valor inconmensurable que se ha ido desdibujando a tal punto de exigir como un derecho el asesinato de niños en el vientre de sus madres. Esta crueldad hacia los más vulnerables y el abandono de los mismos, son fruto de situaciones, estructuras y factores que pueden ser intervenidos y también cambiados.

El gobierno de cada país debe dirigirse hacia políticas públicas que los protejan de manera primordial, y esto implica dotar de una nueva singularidad a toda política que pretenda ser ética.

La vida es inviable sin el cuidado, somos seres sociales, con vínculos recíprocos, con derechos y con deberes y también con responsabilidad social. No somos aislados ni solitarios y dependemos en gran medida del entorno social en cual habitamos, en donde el papel del estado como protector y facilitador social es fundamental para lograr una sociedad desarrollada.

Cuando el estado en cabeza de sus gobernantes no propicia las condiciones que hagan factible la supervivencia de su gente, nos vemos enfrentados a un estado que no está cumpliendo con el deber primordial de proteger y salvaguardar la vida, honra y bienes de sus ciudadanos y la percepción de desprotección e impotencia se agudizan. La noción de cuidado debe conformar y orientar la acción de gobierno, y ello implica por una parte ponerse en el lugar del otro y por otra parte, la exigencia de la responsabilidad; esto es actuar con fuerza, coraje y eficacia.

Los deberes del cuidado tienen una dimensión social, pública e institucional, de modo que la ética del cuidado reafirma el buen gobierno, y el objetivo de la ética política es lograr una comunidad cohesionada y solidaria, comprometida con el bien común y con la eliminación de todo aquello que la erosiona y favorece el caos y la desigualdad.

Lo que vemos en el actual estado colombiano es todo menos un estado que cuida a su población, antes, la desprotege frente al actuar de agentes agresores y desestabilizadores que atentan contra su tranquilidad y su seguridad, incluso atentan en contra de las propias entidades estatales encargadas de brindar seguridad como la policía y el ejército.
Un estado ineficaz con un gobierno caótico, ante una sociedad huérfana.