29 de marzo de 2024
Tendencias

© 2023 El Meridiano.

Estupidez ensangrentada

Por
21 de may. de 2023

Compartir con:

thumbnail

Por Álvaro Bustos González*

En su Breve tratado sobre la estupidez humana, Ricardo Moreno Castillo nos recuerda el Principio de Hanlon, que recomienda no atribuir a la maldad lo que pueda ser explicado por la estupidez. Más adelante, sin embargo, demuestra minuciosamente que maldad y estupidez son siamesas, y que una y otra han plagado la vida de majaderías, muchas veces sangrientas, como las guerras y las revoluciones, que de poco o nada han servido.

Paul Auster, a su vez, en un ensayo desgarrado y sin fisuras documentales (Un país bañado en sangre), nos pasea por el origen del gusto de los norteamericanos por las armas y la violencia, asunto que empezó con el exterminio de las tribus originarias y siguió con algunas enmiendas constitucionales, hasta llegar a las películas de vaqueros del lejano oeste y los tiroteos, que han matado más ciudadanos inermes, incluyendo niños de escuela, que el número de soldados muertos en las guerras en las que Estados Unidos ha participado. Produce escalofrío saber que diariamente mueren más de cien gringos a balazos, sin excluir los suicidios. Es aterrador. Allá existen cuatrocientos millones de armas en manos de civiles, así como hay cuatrocientos millones de mascotas en doscientos millones de hogares. Es la paradoja de la violencia latente o explícita al lado de la ternura afelpada.

Mientras tanto, en sus colegios y universidades proliferan los defensores de la vida puritana y aséptica, que pretenden abolir la historia juzgándola con los criterios de la posmodernidad, y entonces prohíben la lectura de grandes obras literarias dizque porque en ellas hay alusiones raciales o discriminatorias, como ha ocurrido recientemente con Matar a un ruiseñor y Las aventuras de Huckleberry Finn. Al paso que van terminarán cancelando El cantar de los cantares, dando por sentado que el rey Salomón no era más que un viejo concupiscente y machista porque tuvo varias mujeres.
Una de las muestras más acabadas de la estupidez es el fundamentalismo. Otra es la envidia. Pretender poseer la verdad basado en utopías y no en argumentos o datos convincentes y, de algún modo, refutables con otros argumentos igualmente válidos, puede ser una muestra de debilidad mental; pero desconceptuar a alguien llevado por una animadversión gratuita y sin frenos, solo por darle gusto a un sufrimiento enconado, lleno de odio, no puede sino explicarse frente al espejo de una estupidez más profunda y mezquina.
*Decano, FCS, Unisinú -EBZ-.