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Escribir a mano, una práctica en desuso

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21 de ene. de 2023

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Por Pablo Rosselli Cock

La figura romántica del escritor con una pluma de ganso, cisne o cuervo bajo la luz de una vela, o la del que dactilografiaba sus ideas en la atávica máquina de escribir con anotaciones a pie de página, ha sido reemplazada por la del que usa los teclados digitales. La explicación es elemental: este mundo ha dejado de escribir a mano.

La industria de los bolígrafos y el papel está venida a menos, y para los jóvenes del siglo XXI hacer un manuscrito es un ejercicio inútil. Tanto así que la caligrafía y la buena letra ya no son tenidas en cuenta y en la educación primaria de algunos colegios se ha relegado a un segundo plano. ¡Qué tiempos aquellos en los que se podía intuir acerca de la personalidad de un individuo y su nivel educativo con solo ver una nota o su rúbrica! Tiempos en los que la buena ortografía era bien vista y no existían los correctores modernos que maquillan la ignorancia y la baja o ausente lectura.

Si bien el uso del computador tiene ventajas enormes a la hora de redactar un texto, hacerlo a mano tiene varios puntos a favor. Para empezar, desarrolla ciertas áreas de la corteza cerebral que involucran la precisión y la creatividad. En contra de lo que la mayoría cree, las tareas trabajadas a mano se hacen un 25 % más rápido que las tecleadas, según un trabajo de la Universidad de Tokio y publicado en Frontier in Behavioral Neuroscience. Ese mismo estudio encontró que las personas que usan papel y lápiz tienen más actividad cerebral en las áreas asociadas con el lenguaje, la imaginación y la memoria.

Otras investigaciones sugieren que cuando se redacta un manuscrito se crea un gancho que permite alojar los recuerdos y por eso se memorizan más las cosas que si se hacen con un teclado. Además, se desarrolla la coordinación ojo mano y se incrementa la motricidad fina, pues al plasmar las letras y palabras se requieren diferentes movimientos, mientras que al usar las teclas se lleva a cabo siempre el mismo.

En lo personal, sigo garrapateando notas en papelitos, y disfruto del placer de hacer un manuscrito y soy de los que piensan que un error ortográfico en una nota o en una presentación es como una piedra en el camino. Discrepo de quienes piensan que ya no es menester la buena letra en la educación, como si tampoco fuera necesario aprender a sumar, restar, multiplicar y dividir, con el argumento de que para eso existen las calculadoras.

A algunas personas mayores les cuesta trabajo el uso del teclado pero otras lo dominan, y cuando lo hacen enriquecen sus destrezas intelectuales y les permite ordenar sus ideas y escribirlas. Así mismo, las nuevas generaciones no deben perder el hábito de escribir a mano para que no pierdan ciertas pericias. Ojalá en un mundo donde la gente se comunica a través de la tecnología los manuscritos no se conviertan en los nuevos papiros.