Cuando el temido y sanguinario jefe paramilitar Rodrigo Mercado Peluffo, alias Cadena, impuso su régimen de terror en San Onofre, en especial en el corregimiento Rincón del Mar, donde vivió por varios años, prohibió a sus habitantes todo tipo de manifestación artística, cultural y social, incluso, mandó a demoler la escuela solo porque desde su casa le impedía la vista al mar. En esos tiempos de incertidumbre y barbarie surgió una idea en la mente del paisa Martín Álvarez Hurtado, que para ese entonces administraba una cabaña en Rincón en la que trabajaban como cocineros Marcelina Ortiz Aparicio y su esposo Rafael Salgado, cómplices de su plan. A esas pocas personas que se sumaron a la iniciativa Cadena los llamó locos, porque los observó leyendo libros, pintando y jugando con niños en una choza de palma a la entrada del pueblo, la que en su frente tenía un letrero que decía, “Biblioteca”.
En el patio de la casa de Marcelina construyeron la choza donde inició Maríamulata. Foto/ archivo Maríamulata.
Siete años después de su creación aquella ‘casa de locos’ sería reconocida por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), los ministerios de Cultura y Educación Nacional como la primera escuela de educación artística no formal en el país, al año siguiente, es decir, en 2010, cinco de sus jóvenes viajaron a México a representar a Colombia en el foro Educación y Cultura de la OEI, en el que fueron premiados como la mejor organización cultural, en 2012 crearon el cine club y el Festival Infantil de Literatura, en 2014 ganaron una beca en formación de público, recientemente desarrollaron una pieza audiovisual llamada ‘Patio Sonoro’ con la que ganaron la convocatoria Verdad Poética, de la Comisión de la Verdad y como si fuera poco en noviembre del año pasado, ocho adolescentes en compañía de Luis Miguel Cuentas Ocón, actual director de la Corporación, viajaron a Buenos Aires, Argentina, a aprender de realización audiovisual tras ser elegidos por la Cancillería Colombiana en el programa de diplomacia cultural y artística. “Esto es de gran significado para nosotros porque desde la ruralidad estamos apuntando a la construcción de país, así también como desde el campo desarrollamos iniciativas que pueden ser implementadas en la ciudad y lo más importante, estamos generando un capital humano que incide en la transformación social de su territorio”, resaltó Luis Miguel.
¿Pero qué inspiró esta genial iniciativa?, al respecto, Luis Miguel nos contó que Martín entre semana acostumbraba visitar a Marcelina y a Rafael para ver con ellos la serie Expedientes Secretos X. “Esa noche del 25 de marzo del año 2002, en pleno auge paramilitar, mientras veían la serie, Martín observó que Nadia, hija de Marcelina, salió de la habitación con una caja de zapatos repleta de revistas, entonces Martín preguntó, ¿ajá Marce y la niña qué hace con esa caja llena de papel?, Marcelina le respondió: en esa caja guarda recortes de periódicos y revistas que dejan los cachacos cuando vienen a la cabaña, ella las asegura y las utiliza para hacer las tareas del colegio con los amiguitos. Martín aseguró que al escuchar y ver eso se le aguaron los ojos, porque esa caja era el único recurso en Rincón para los pelaos hacer las tareas. Martín, meses después viajó a Medellín, se contactó con unos amigos y allá recogió enciclopedias y libros que se trajo para acá para Rincón del Mar, así nació lo que hoy conocemos como Corporación Maríamulata, que inició en el patio de la casa de Marcelina. Y su nombre obedece a la Maríamulata, que es negra como nuestra piel, vive en comunidad, hace parte de nuestra cotidianidad y es un ave representativa del Caribe colombiano”, puntualizó Luis Miguel.
Para Martín, Maríamulata surge de un reto personal y de un deseo colectivo, “era una manera de demostrarme que mi vida no podía ser simplemente tener un empleo y devengar un salario, adicionalmente era una necesidad que veía en la comunidad, porque los chicos hacían las tareas tirados en la calle, sobre la arena, ahí se apilonaban porque en aquella caja de zapatos solo había una enciclopedia. Entonces con Marcelina y su esposo en un patio que nos prestaron construimos un rancho de palma, luego empezamos a pedir libros por todos lados, los cuales pusimos en un estante de madera que nos regalaron y los jóvenes comenzaron a llegar a hacer sus tareas. Sin pretensiones y sin afanes el tiempo fue pasando, llegaron aliados, organizaciones, personas, así la cosa fue creciendo. Ahora Maríamulata tiene reconocimiento y una sede propia. Podemos decir que hemos ‘despachado’ a varias generaciones, muchos de ellos se están formando en universidades. Esta es una apuesta a demostrar y a comprobar que la expresión artística, la libertad y los espacios rodeados de amor ofrecen una transformación en los individuos y eso es lo que queremos y lo que seguiremos haciendo para tener mejores seres humanos”, dijo Martín en una entrevista realizada el año pasado por jóvenes del grupo de Comunicación Audiovisual de Maríamulata.

Durante el conflicto armado Maríamulata fue refugió de niños y jóvenes en Rincón del Mar. Foto/ archivo Maríamulata.
San Onofre es un municipio ubicado en el departamento de Sucre, más exactamente en la llanura que se forma entre los Montes de María y el Golfo de Morrosquillo. Allí, a orillas del mar, con una población aproximada de 4 mil habitantes se encuentra Rincón del Mar, un pueblo costero con acceso directo a mar abierto y a 5 minutos por tierra de la renombrada finca El Palmar, que fue el centro de operaciones del bloque Montes de María de las AUC, comandado por alias Cadena. En el casco urbano y su zona rural los paramilitares eran la autoridad, sin la mínima oposición del Estado. Los paramilitares controlaron la vida cotidiana de los habitantes a su antojo, establecieron castigos públicos e impusieron trabajos forzados, siendo este municipio una de las zonas más afectadas por el conflicto armado en Colombia.
Según el relato de Luis Miguel, para el año 1997 llegaron los paramilitares a Rincón, que además de controlar la vida de sus habitantes, establecieron castigos públicos y trabajos forzados, siendo San Onofre uno de los municipios más afectados por el conflicto armado en Colombia. Al año siguiente del arribo paramilitar los padres de Luis Miguel lo enviaron a Cartagena a culminar los estudios de bachillerato. “Cuando terminé de estudiar me regresé al pueblo, mi hermano Carmelo al ver que no estaba haciendo nada me llevó a la biblioteca y me presentó a Martín, fui tan bien recibido que me convertí en bibliotecario de Maríamulata por cuatro años. En ese entonces no había hábito de lectura en Rincón, así que con unas amigas de Martín, que son pedagogas, en el año 2005 hicimos unas vacaciones recreativas que incluían deporte, danza y pintura, la actividad tuvo acogida entre los jóvenes y de paso se nos amplió el concepto de todo lo que podíamos hacer en una biblioteca. Este espacio resultó tan acogedor y pertinente para los niños que pronto Maríamulata pasó de ser biblioteca a convertirse en un centro cultural con actividades lideradas por los mismos participantes, que incluían, música, bailes tradicionales, lectura en voz alta, talleres de pintura, teatro y educación ambiental”, afirmó Luis Miguel.
Los horarios para asistir a la biblioteca estaban sujetos a la disposición de los ‘paras’, que también controlaron en los rinconeros, los cortes de pelo, la ropa, peinados, los hombres no podían usar aretes, accesorios, ni cabello largo. Mientras que las mujeres estaban relegadas a la sumisión de sus esposos, al encierro, a ser madres y a los oficios de la casa, ni a la puerta de la calle se podían asomar porque eran tachadas de chismosas y el chisme también se castigaba.
En uno de los apartes del maltrato que el Centro Nacional de Memoria Histórica documentó en San Onofre dice que cuando los paramilitares reunían al pueblo las personas que buscaban la sombra o una silla mientras llegaba Cadena, este, haciendo disparos al aire les gritaba: “negros, ustedes se me paran en el sol, como el ganado”. La humillación, el maltrato y los ataques de racismo eran permanentes.
En medio de ese ambiente de zozobra, Maríamulata, que se convirtió en la primera biblioteca del orden civil del municipio de San Onofre, nunca abandonó su trabajo social, sino que alzó más vuelo y amplió su visión, llevando oportunidades de aprendizaje a los adultos mayores. “Recuerdo que la señora Ana Cristina Márquez, que tiene 79 años de edad, me decía, ‘mira esta vaina Lucho, yo que te cuidaba en el hogar comunitario cuando eras un niño y ahora tú me ayudas a hacer las tareas’. Así como ella muchos adultos aprendieron a leer y a escribir, esa labor la seguimos haciendo, porque Maríamulata ha creado una vocación de servicio para la misma comunidad”, anotó Luis Miguel, que se graduó de filosofía en la Universidad de Cartagena y ha estado en la Corporación por más de 17 años. Respecto a su infancia agregó: “Estudié la primaria en el colegio que Cadena mandó a derribar, eso lo hizo en una noche, buscó a 35 hombres y les ordenó que al día siguiente no quería ver en ese lugar ni los escombros, y así fue, al otro día solo se veía el lote vacío, por fortuna en el pueblo teníamos dos salones más de primaria”.

Rincón del Mar, entre la inmensidad del mar Caribe y la frescura de los manglares, se ubica a 85 kilómetros de Sincelejo, capital de Sucre. Foto/ archivo Maríamulata.
El régimen de Cadena impuso un orden que desconocía las tradiciones, la cultura, las costumbres y la raza predominante. En corregimientos vecinos a Rincón del Mar hicieron un reinado de belleza con niñas adolescentes y peleas de boxeo entre homosexuales, estos últimos fueron perseguidos, castigados y convertidos en objeto de burla y ofensa. “Aquí en Rincón, en la plaza de La Cruz mataron a un hombre porque a ellos (los paramilitares) les llegó la información de que este señor tenía VIH y lo consideraron un peligro para la población, hace unos 4 años su cuerpo fue exhumado y nunca padeció tal enfermedad, lo que tenía era tuberculosis. También hubo el caso de una mujer a la que le cortaron el cabello, la raparon completamente y por último con un cuchillo le causaron una herida como de 15 centímetros en la cabeza, esto porque presuntamente le había sido infiel a su esposo”, explicó Luis Miguel. Todas estas humillaciones las hacían en la calle a la vista del pueblo como una forma de someter a través del terror, el mismo método que emplearon en las masacres perpetradas en la región.
De acuerdo a lo expuesto por Luis Miguel, el ‘fantasma’ del paramilitarismo estuvo rondando en Rincón hasta 2007, lo que quiere decir que los rinconeros estuvieron sometidos al régimen del terror por una década. Luego de la desmovilización en 2004, la biblioteca Maríamulata fue incluida por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el banco de buenas prácticas para superar el conflicto. “Después de estar 10 años inmersos en la violencia fue que dimensionamos cómo desde la cultura y el arte resistimos a tanta barbarie y a su vez, cómo creamos oportunidades en medio de la opresión”, reflexionó Luis Miguel.
En el año 2008 Maríamulata en apoyo con el colectivo de comunicaciones Línea 21, del Carmen de Bolívar, hicieron en Rincón del Mar el primer encuentro de Premios Nacionales de Paz.
“El debilitamiento del sistema de transmisión de la memoria fue una de las grandes pérdidas que nos dejó la ocupación paramilitar. Ahora que empezamos a indagar sobre el bullerengue hemos encontrado que este género no era solo una práctica cultural sino también social y en el caso de Rincón, donde esos ancestros eran analfabetas, hallamos en las letras de las canciones la narración de sucesos que hacían parte del contexto cotidiano, algo que era importante atesorar porque contenía información valiosa de nuestra identidad, pero esa transferencia intergeneracional se bloqueó cuando las ruedas de bullerengue que se hacían a la orilla de la playa, en la calle o en los patios de la casas fueron desterradas por los armados”, expuso Luis Miguel, que además aseguró que la influencia paramilitar arruinó las prácticas culturales en su mayoría, pues, se adueñaron de las fiestas patronales en todo el municipio.
“El bullerengue es un baile cantao de pregones y respuestas, una herencia africana que encontró en el Caribe colombiano su refugio; una danza que oscila entre la sensualidad y la fertilidad cuyo ritmo percutido a base de tambores representa una historia ancestral de comunidades que han vivido todos los vejámenes de un país en guerra. El bullerengue cuenta historias de enormes brechas sociales de un territorio con una abundancia inconmensurable que quiere pertenecerle a muchos y a nadie. Su inspiración proviene del mar y del río, del repique del tambor, de la pesca, de la agricultura y de la vida misma de quienes lo cantan, una poética oral rica en significados, sueños y anhelos de paz.”, Definición de Proantioquia.
“Aquí en Rincón se desarrollaba el Festival del Sol y el Mar, donde el bullerengue era el ritmo principal y el evento lo hacía la misma gente del pueblo con la participación de comunidades vecinas, pero cuando llegaron los paramilitares la organización del Festival fue asumida por ellos, que desaparecieron el bullerengue de la programación para darle paso al vallenato. Actualmente con el Festival Infantil de Literatura hacemos una movilización social que consiste en que la gente a través de talleres de creación literaria aprenda a narrar su territorio, pero con el tiempo es una herramienta para reconstruir y mantener su memoria. ¿Cómo emplear la cultura y el arte para hablar de lo que la gente no quiere hablar?, ese desafío lo hemos afrontado porque la gente no quiere recordar ni hablar de la violencia en Rincón, es algo que quieren olvidar, pero considero que debemos conservar la memoria, no para revictimizarnos, sino para unirnos más, saber lo que pasó y a partir de lo sucedido tratar de reconstruir”, sugirió Luis Miguel.

A ritmo de bullerengue, la tambora, el tambor y el llamador volvieron a repicar en el patio de las casas en Rincón del Mar. Foto/ archivo Maríamulata.
Precisamente la propuesta de Patio Sonoro es amplificar las voces de esos patios, hablar de lo que se conversa en voz alta, lo que hace resiliente a la población, lo que los une, lo que los define orgullosamente como un pueblo afrodescendiente. Pero también es una manera de abrir el camino para llegar a la verdad de los hechos difíciles que vivieron como comunidad y que han debilitado los vínculos de confianza entre los vecinos. El otro objetivo es reconocer, comenzando por la verdad, el impacto que el conflicto armado en Colombia deja en los sujetos y en la sociedad afrodescendiente y cómo esas prácticas y saberes les han permitido ser resilientes y mantener su dignidad en pie. “Amplificar las voces de nuestros ancestros desde la poética de las artes y los saberes tradicionales nos permiten recordar los lazos de unión que nos convocaban a soñar en comunidad”, puntualizó Luis Miguel.

Esplendida se pasea por la playa y los callejones de Rincón del Mar la Maríamulata, el ave que inspiró el nombre de la biblioteca.
Entre niños, adolescentes, jóvenes y adultos Maríamulata beneficia a más de 200 personas, trabajando en 5 líneas: Gestión del conocimiento, que maneja el tema de biblioteca y promoción de lectura; Memoria y Tradición, donde se encuentran los grupos de música, danza y procesos de investigación comunitaria; Educación Ambiental, en el que desarrollan talleres encaminados a proteger al ecosistema de manglares y al bosque seco tropical; Empoderamiento y liderazgo femenino, línea creada hace dos años en la que trabajan procesos enfocados a la dignificación de la mujer; Comunicación Audiovisual, donde producen cortometrajes y otro tipo de piezas que documentan los procesos de la Corporación.
Ana Cristina Márquez Julio, la misma de la que Luis Miguel hace referencia en los párrafos de arriba tiene 11 hijos, 35 nietos y 25 bisnietos, la mayoría dedicados a la pesca y uno de ellos político, Dionicio Banquez, que es concejal de San Onofre. Con un turbante en la cabeza, un vestido amarillo de flores y una escoba de varitas en sus manos la encontré barriendo el frente de su casa, que está a unos 20 metros del mar. Sin que se percate le lanzó una ráfaga de fotos, tan pronto se da cuenta que el lente está sobre ella sonríe, me pide que le deje ver las fotos, al detallar su imagen me dice que le gustaría otra, pero con el mar de fondo. No necesito presentarme, ella recuerda que horas antes me vio entrevistando a miembros de Maríamulata. A pesar de los estragos del conflicto y de los casi 80 años, no refleja cansancio y menos tristeza, su vitalidad le ha permitido acompañar a la Corporación desde sus inicios, aportando al rescate del bullerengue, del que recordó, “eso era muy lindo, los hombres con versos cortejaban a las muchachas durante las ruedas de bullerengue. Yo tenía como 16 años cuando aquí en la playa los adultos se reunían y amanecían cantando, bailando y tomando ñeque. El conflicto nos robó algunos ‘tesoros’, entre esos las ruedas de bullerengue, pero gracias al trabajo que hacemos en Maríamulata las estamos recuperando y entre jóvenes y viejos las estamos trayendo a la práctica”.

Ana Cristina Márquez es una de las veteranas que hace parte de Maríamulata, aportando desde su experiencia y saberes ancestrales.
Lo pegajoso de los ritmos folclóricos convoca y conduce a muchos de los jóvenes rinconeros a hacer parte de los procesos de Maríamulata, otros, como María Paula Marimón Blanco se fijan en la importancia de proteger los manglares y el mar, ecosistemas entre los que se levanta Rincón del Mar. "Decidí estudiar biología marina desde el día que comprendí que los manglares son la vida del mundo, porque nos ‘patrocinan’ el oxígeno. Anteriormente en Rincón la gente talaba indiscriminadamente el manglar y contaminaba las playas, pero en Maríamulata iniciamos campañas de sensibilización para crear conciencia en la comunidad del daño que pueden ocasionar con sus acciones. Quiero invitar a todos los jóvenes de San Onofre a que se unan a los procesos de la Corporación, aquí no solo soñamos, sino que encontramos el camino para hacer realidad esos sueños”, manifestó María Paula, que tiene 18 años de edad y cursa cuarto semestre de su carrera en una universidad en Cartagena.
Sanar el alma
“Vivíamos con mucho miedo, no podíamos salir a jugar, ni a los pozos a lavar la ropa, estábamos ceñidos a las órdenes que nos daban. Mi mamá como líder comunitaria era obligada a asistir a las reuniones de los paramilitares, ella estaba embarazada y cada vez que esos hombres iban a la casa a buscarla me daba miedo porque pensaba que no regresaría, en ese entonces yo tenía 10 años de edad. A raíz de eso ella decidió enviarme al casco urbano de San Onofre a donde un familiar de mi papá. Separarme de mi mamá me afectó y deterioró la relación con mi familia. Acá al pueblo solo venía los sábados y el domingo en la tarde me tenía que devolver, así de esa y de muchas otras formas el conflicto nos golpeó, por eso estoy convencida del trabajo que viene haciendo Maríamulata, porque no solo recibimos formación, sino que a través de sus procesos sanamos el alma”, narró Vanessa Acosta Ramos, que está en la Corporación hace más de 15 años. Para el año 2007 cuando Vannesa tenía 15 años de edad se enamoró de un policía que llegó en un pelotón a reforzar la seguridad en Rincón del Mar, sin embargo, el miedo y las reglas de los paramilitares seguían vigentes en el imaginario de la comunidad, por lo tanto, ella no podía unirse sentimentalmente con alguien de un bando distinto, el amor era casi que prohibido. “Llegamos acá para evitar que estos territorios fueran nuevamente tomados por grupos al margen de la ley, durante dos años hicimos presencia en la localidad, en ese tiempo conocí a Vanessa, precisamente pertenecía a Maríamulata, ahí la empecé a ver y pues, los sentimientos nos fueron abriendo el camino para estar juntos”, recordó Yovanis Campo, esposo de Vanessa y quien es de Bucaramanga. “Mi mamá me decía que no saliera con él a la calle, que evitara que nos vieran juntos, ella se llenaba de temor porque a él o a mi nos podían hacer algo. El conflicto nos tenía tan marcados que hasta nos daba miedo enamorarnos. Iniciar la relación fue bastante complicado, pero gracias a Dios ya tenemos 17 años de estar juntos”, precisó Vanessa.

Los chicos y chicas que son formados en Maríamulata aprenden la importancia de proteger y conservar el manglar. Foto/ archivo Maríamulata.
“Maríamulata es mi casa, los procesos vividos aquí me han ayudado a ser mejor persona porque he aprendido valores y principios. El año pasado en alianza con la Universidad de Antioquia desarrollamos el proyecto Mar de Bullerengue, iniciativa de mi tesis de grado, llamada, ‘La escenificación y lo social de las prácticas culturales del baile cantao o bullerengue’. Durante la investigación visitamos en Rincón a los pocos conocedores del bullerengue que aún viven, descubrimos lo representativo que es para nosotros y la importancia de preservarlo”, sostuvo Yennifer Jiménez Meza, de 35 años de edad y madre de dos jóvenes. Ella se especializó en la Escuela de Bellas Artes en Sincelejo en coreografía para la danza y es una de las formadoras y coreógrafas de la Corporación.
«Mi tierra de pescadores pueblo lindo quiero yo
Que al sonar los tambores nos cuenta su tradición
Cantadores y bailaoras démosle vida al folclor
Que el pueblo donde nacimos cultiva su tradición»
Letra de canción «Tierra de pescadores», de Jennifer Meza
Así como Yennifer, Ibama Gómez también ha encontrado en la Corporación más que una escuela de formación. "El viaje que hicimos a Argentina fue muy emocionante, imagínese, montar en avión y salir del pueblo a otro país, ¿cuándo íbamos a pensar nosotros que eso nos podía pasar?, gracias a Maríamulata fue una realidad, por eso no hay duda que este lugar se convierte en tu segunda casa. Allá en Buenos Aires visitamos museos, sitios históricos y aprendimos sobre cine”, detalló la joven, que tiene 14 años de edad y 6 de integrar el grupo de danza.
Otra que hace parte de danza es Adriana Ballestas Julio, de 18 años de edad, quien recordó, que, “el año pasado nos presentamos en la Universidad de Antioquia, a los espectadores les encantó nuestro baile, recibimos aplausos, otros se acercaron y nos felicitaron, eso nos llena de alegría y me hace entender que la formación en Maríamulata no solo es folclórica sino integral”. Los jóvenes han entendido que la disciplina y la constancia son fundamentales para el crecimiento en cualquier proceso. “Llegué a Maríamulata por un compañero del colegio que me invitó a participar en el grupo de danza, ya tengo 8 años de estar aquí y actualmente soy tallerista en el grupo Semillas Mulatas, rama que se desprende de la línea de Memoria y Tradición en la que instruyo a 35 niños de 8 a 12 años de edad, a los que les inculcamos el amor por nuestras tradiciones”, manifestó Alexánder Cortecero Zúñiga, de 20 años de edad.
Algunos de los que hoy son miembros de la Corporación, no necesitaron invitación para llegar, como Juan David, recordó, “tenía 5 años de edad cuando pasé por Maríamulata, me asomé por la ventana y vi a unos niños pintando, al día siguiente ya yo era uno de ellos. Actualmente ejecuto varios instrumentos, pero el que más me atrae es el llamador. Las enseñanzas recibidas aquí me han ayudado a entender que como seres humanos debemos estar en disposición de ayudar a otros, por eso quiero estudiar arquitectura porque uno de mis sueños es ayudarle a construir la casa a la gente más necesitada de la comunidad”, es el anhelo de Juan David Bello Paz, de 14 años.

Arriba, de izquierda a derecha: Yarimar, Adriana, María Paula, Alexánder, Ibama y Juan José. Abajo, en el mismo orden: Martín, Luis Miguel, Vera, Yennifer, Yovanis y Vanessa.
La solidaridad, que es otra de las características de la Maríamulata, hablando del ave, está presente en los jóvenes que hicieron y hacen parte de la Corporación, así lo reafirma Yarimar Berrío Berrío, “deseo estudiar sicología, lo decidí luego de padecer episodios de depresión, es un estado muy difícil de donde creemos que no podemos salir y solo pensamos en soluciones absurdas. Mi meta es montar una línea de salud mental en la Corporación para ayudar a las personas que están en situaciones similares”, reveló la joven de 15 años y quien también estuvo en Argentina. La visita al país gaucho no solo ha sido un gran logro del trabajo en equipo que se hace en Maríamulata, sino que dejó a los jóvenes soñando en grande, así lo expresó Juan José González Robles, “sentí mucha alegría cuando nos dijeron que íbamos para Argentina, hice realidad mi sueño de conocer el estadio La Bombonera. Hoy le digo a los jóvenes del corregimiento que vale la pena estar y permanecer en Maríamulata”.

Maríamulata sigue obteniendo reconocimientos y pisando lugares de privilegio. Aquí en una de las calles de Buenos Aires, Argentina. Foto/ Cancillería colombiana
Juan José, que aprendió a pescar viendo a su padre, nos cuenta detalles y anécdotas de sus faenas. “Me levanto a las 5:00 de la mañana, cocino plátano o yuca, eso lo acompaño con queso y café, luego busco el cordel (nailon de pescar), carnada, remo y canoa, una gorra y una camisa manga larga para protegerme del sol. Mar adentro me voy solo, ahí la profundidad es de unos 10 metros. De allá regreso entre 1:00 y 2:00 de la tarde, traigo peces chinos, vieja lora, roncos, cojinúa y medregal, eso los cogemos para el consumo de la casa. Los más comerciales son la cachorreta, la cojinúa, el pargo y el robalo. Esto de la pesca lo hago desde los 10 años. Recuerdo que una vez que estaba pescando observé cerca del bote (canoa) una aleta, me asusté mucho, pero cuando vi que no era una, si no varias aletas, qué miedo, ese día pensé que no regresaría y que los tiburones me comerían, porque lo más seguro era que me voltearan el bote, pero luego me di cuenta que eran unos delfines, 6 en total, el alma me volvió al cuerpo, qué agonía”, recordó entre risas Juan José. Él añadió que además de bailar ritmos folclóricos le gusta la actuación y el manejo de cámaras, “en el desarrollo de Mar de Bullerengue hicimos un cortometraje llamado ‘Las estaciones de la memoria’, que reúne teatro, danza, música y tiene como objetivo rescatar nuestra verdadera identidad, porque muchos nos referencian por el paramilitarismo, pero somos más que eso”, concluyó Juan José, de 18 años y quien quiere convertirse en ingeniero agrónomo.

Santiago Alvarado, de 9 años de edad, limpia y extrae las vísceras de una picúa, pez que su padre pescó durante las primeras horas del día.
Por los testimonios aquí plasmados está confirmado que quien vive la experiencia en Maríamulata no vuelve a ser el mismo y quien la visita se queda, como sucedió con Vera Ramírez Muñoz, una rola que regularmente venía a turistear a Rincón del Mar, momentos que aprovechaba para conocer los procesos de la Corporación, “tengo varios años de estar viviendo aquí en el pueblo y 5 de hacer parte de Maríamulata, la hospitalidad y el cariño de toda esta gente que a pesar de sus luchas siempre tienen una sonrisa, fueron algunas de las cosas que me motivaron a estar acá. Uno de los retos que estamos afrontado en estos momentos es el proceso de transculturización que está viviendo Rincón, que muy rápidamente está pasando de ser un pueblo pesquero a zona turística, donde llega gente de Francia, Italia, Alemania, Irlanda y muchos otros países, cuando hace 20 años no se asomaba un gringo por acá. En términos de formación cultural eso nos exige trabajar más en el fortalecimiento de la identidad y en temas alrededor del patrimonio cultural. Además, con algunos aliados comenzaremos a impartir clases de inglés y francés a la comunidad”, explicó Vera, que se desempeña como coordinadora de proyectos en Maríamulata, además es formadora en expresión corporal, rol que desempeñó por más de 15 años en escuelas de teatro en Bogotá.
A través del arte Maríamulata continúa su incansable trabajo en Rincón del Mar, construyendo oportunidades, fortaleciendo la identidad y consolidando la cultura de paz en un territorio fragmentado por la violencia y acechado por la sombra de estructuras criminales que tienen su origen en el paramilitarismo, por eso desde distintas líneas Maríamulata continúa subiendo jóvenes a su ‘barco’ para seguir remando colectivamente en un mar de esperanzas.
Autor: David Hernández Álvarez