Desde ayer los congresistas analizan el Plan Nacional de Desarrollo, del que se denunciaron tiene micos y orangutanes.

El país vive una coyuntura nunca antes vista. El cambio de visión política con el gobierno del presidente Gustavo Petro ha generado grandes divisiones y las reformas a la salud, pensional, laboral, agraria, política y a la justicia han terminado de profundizar las posiciones de los colombianos, que ya vieron como se tramitó la primera de todas, la tributaria, que salió casi que en dos por tres del Congreso.
Este cúmulo de reformas deben ser bien estudiadas por los congresistas de la región, porque ellos, como representantes de los cordobeses y sucreños asumirán las responsabilidades de cualquier artículo de esas nuevas normas que impacten el bienestar de los ciudadanos. Senadores y representantes a la Cámara no pueden tragar entero ante un gobierno que ya ha demostrado que con su aplanadora en el Congreso es capaz de sacar adelante cualquier proyecto. En sus manos está el futuro de un país, que si bien necesita cambios profundos, no puede dar un salto al vacío como hoy se pretende hacer impulsando iniciativas que a todas luces solo generarán desconfianza e incertidumbre.