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El libro: baluarte de la historia

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17 de mar. de 2023

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Por: Samuel Morales Turizo

A un libro no se le puede reemplazar por otro objeto más ligero, más coleccionable, mientras haya tranquilidad, amor, paz o problemas, disputas, conflictos, habrá poesía, ensayo, historia y novela. Y mientras exista una mujer bella, ya sea blanca como la nieve, amarilla como el trigo o el oro, y negra o india como el de la tinta de este periódico, por supuesto. Los libros silenciosos y cerrados, están esperando siempre en las bibliotecas la mano que lo levante del estante, para que los abra y encuentre en sus hojas o páginas las tareas, las investigaciones y las consultas que necesita. No podemos dar crédito a los profetas o adivinos que nos vaticinan la muerte del libro, la mecanización total del lenguaje, la desaparición de la poesía.

Los libros son los hijos mimados de las bibliotecas, el mejor guía, no hay dos iguales, allí están protegidos contra toda clase de males: el comején, las ratas, la humedad, el salitre, los ladrones.

Los libros son monumentos, construcciones, edificios desplegados en el tiempo. También, como es natural, en el espacio. Hoy, a pesar de la aparición de los medios masivos, incluyendo el cine, la radio, la televisión y el internet, el libro sigue creando esa increíble atracción multitudinaria. Cada hora de lectura produce al lector un rayo de fortaleza, un augurio de rejuvenecimiento, un aliento de nueva frescura. Y aviva nuestra conciencia.

Algunos editores parecen más preocupados por la promoción de la lectura que por la calidad de la producción y están convencidos de que lo primero sustituye a lo segundo. El hombre contemporáneo renuncia a ser ilustrado y además aprende a ser somero, con tal de estar confortable. Los lectores auténticos, un cenáculo en decadencia, sin embargo, son una luz inapagable.

Una vez le dijo Leopoldo Sedar Senghor, expresidente de Senegal y escritor africano, al novelista argentino Ernesto Sábato: “Entre nosotros, cuando muere un consejero anciano de la tribu, es como para ustedes el incendio de una biblioteca”. El libro tiene muchas facetas importantes que van desde el autor al lector, pasando por el editor, el impresor, el distribuidor, el pregonero, el librero hasta la bibliotecaria.  El libro es un remedio espiritual de multitudes, genera emociones y éxtasis.