Por: Lewis Pereria González.

Las corralejas son, ante todo, una costumbre asentada sobre pensamiento mítico. Quiere decir que pertenece a la temática del folclore y que, por lo tanto, es susceptible de protección patrimonial; y hay que considerar, sobre este asunto, que Sincelejo llegó a ser conocida a nivel nacional por sus fiestas del 20 de enero y que lo central de las fiestas del 20 eran las corralejas, es decir, llegó a identificar como ciudad, fue el orgullo de la ciudad. La gente iba con alegría, en familia, a disfrutar de las fiestas.

Quiere decir también que el comportamiento de las personas frente a estos festejos es irreflexivo, es decir, asisten porque es la costumbre y no porque llegan a la conclusión individual de que es lo que más le conviene. No es como cuando uno va a decidir la carrera que va a estudiar en la universidad o en el SENA, las tradiciones se asientan sobre otras lógicas. Además, las corralejas en Sincelejo son muy antiguas y como tal, muestran su inercia y se niegan a desaparecer.

Si las corralejas se fundamentaran en una decisión racional o de conveniencia personal por los riegos que se corren y la naturaleza del evento, pues, nadie asistiría. Hay que imaginar lo que significa ir a ver desde unas gradas, como una animal lástima y deja tirados en el suelo a jóvenes de nuestra propia comunidad, o como estos logran matar al toro, o peor aún, como uno de estos animales logra efectivamente matar a una persona. Divertirse viendo esto no tiene lógica, es algo muy perturbador, y Sincelejo, por lo demás, tiene una amarga lección que recibió en 1980 sobre las consecuencias. Por aquellos días cada familia Sincelejana perdió un ser querido, un hijo, un primo, un padre o un hermano. La ciudad entró en Shock, cada uno tuvo que velar a alguien en la sala de su casa.

Ahora bien, las tradiciones como resultados culturales cumplen una serie de funciones de manera compleja y que pasan inadvertidas, la gente no se da cuenta, pero satisfacen necesidades sociales. En las corralejas se demuestra la valentía, por ejemplo, como siempre se ha hecho y la hombría. Ahora estamos en un momento histórico, el problema que tenemos y que se hace cada vez más evidente es que nos enfrentamos a una decisión, es un dilema entre la tradición y la vida humana. Ellas representaron alegría en el pasado, pero ¿es legítimo continuar divirtiéndose colectivamente, viendo como un animal mata a un joven o viceversa?