Por Valmiro Sobrino Oliveros

Dos factores incidieron en la invasión a Ucrania: el primero de orden histórico. Rusia ha sido una nación imperial desde hace unos cinco siglos. Catalina "La Grande" de Rusia tras vencer en la guerra contra Turquía en el año 1774, se apoderó de Ucrania y Lituania e hizo los repartos de Polonia de 1772, 1793 y 1795 y el territorio situado entre el Dniéster y extendió sus dominios sobre Crimea. Esa Rusia Imperial se repite tres siglos después con La Unión Soviética; la Rusia imperial de Stalin.

Tras la disolución de la Unión Soviética Rusia pierde todos esos países que se alinean en el bloque europeo al lado del capitalismo mundial. Putin ha pretendido reconquistarlo. Segundo factor: Putin es un dictador absoluto con una personalidad ególatra capaz de eliminar sin contemplaciones a cualquier opositor. Sueña con la expansión al estilo de la Unión Soviética.

El comienzo de su ilusa reconquista comenzó por Crimea y luego la intentó continuar con Ucrania, pero aquí hizo un error de cálculo. Ucrania no es Crimea. Atacar a Ucrania era atacar a Europa y esto no lo calculó el dictador y de ahí sus dos grandes fracasos: uno en el plano militar y otro en el político.
Ha perdido unos 250 tanques; 1300 vehículos blindados, 12 mil soldados y unos 200 aviones y helicópteros derribados, y ahora Ucrania ha recuperado los territorios ocupados. Rusia no se enfrentó a Ucrania sino a la Otan encabezada por los Estados Unidos y las potencias de Europa y Putin no calculó esto. Lo más grave en su derrota militar es que el ejército de Ucrania tras la retirada de Rusia de Jersón tomó la audaz decisión de atravesar el Dniéper y se propone rescatar a Crimea.

Esto podría ser el final de Putin, su más grave derrota política. En lo político está pagando más caro que en lo militar. Le dio vida a la Otan que era un cadáver y la revivió con tanta fuerza que los países de Europa que no la conformaban ante el peligro ruso inmediatamente se adhirieron y ahora esta es la organización militar más poderosa del planeta. Ha dejado a Rusia políticamente aislada ante el mundo, con un ejército desmoralizado; con una crisis de confiabilidad del pueblo ruso en su contra. Los fatales errores de la arrogancia del poder conducen a estas debacles.