27 de abril de 2024
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El camino del ser

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21 de mar. de 2023

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Por Daniel Vallejo Restrepo

A lo largo de la historia, la humanidad se ha planteado preguntas que de una u otra forma nos competen a cada uno como ser humano, ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? Y ¿Para dónde voy? En el transcurso de mi vida y con la experiencia adquirida en mi quehacer como profesional, entendí que las respuestas a estas preguntas hacen parte de un camino que cada uno debe recorrer para encontrarse con su verdad.

Este camino es un proceso, en el cual hay que detenerse a respirar, a revisar en el interior, a escuchar el latido del corazón, Estar dispuesto a aceptar que las cosas son como son, sin usar esto como excusa para no avanzar. Hay que hacerse cargo de lo que llega, recordar que la vida es la manifestación más bella del universo, y redescubrir que ella nos preparó sabiamente para andar este camino antes de nacer.

Pensemos en el lugar donde nos formamos como seres humanos para venir a este mundo, un pequeño universo infinitamente complejo y perfecto (el vientre materno), fue justamente en este lugar donde la naturaleza nos acogía con el dulce sonido de los latidos del corazón de nuestra madre, que poco a poco se sincronizaba con el nuestro y nos llenaba de sabiduría y seguridad.

Puros y sin conocer el lenguaje de la razón, salimos del vientre, empezamos a crecer y a recibir reglas, condiciones, leyes, ejemplos, normas morales, y valores éticos. Siendo solo unos pequeños, olvidamos aquella sabiduría que se sincronizó en nuestro latir, dejamos de detenernos a escuchar el sonido de la vida, el mismo que nos conecta con quienes somos, con nuestros ancestros, con nuestra procedencia y con el sentido mismo de nuestra vida, nos olvidamos de nosotros para obedecer y seguir aquello que la sociedad decretó que era lo que debíamos seguir.

Es necesario escuchar el cuerpo, las emociones, permitirnos comenzar un viaje al interior, un viaje de autoconocimiento para reencontrarnos con nuestro Ser, y qué mejor que hacerlo en un lugar que nos obsequie tranquilidad, aire puro, que nos permita estar en conexión con la naturaleza.

Puros y sin conocer el lenguaje de la razón, salimos del vientre, empezamos a crecer y a recibir reglas, condiciones, leyes, ejemplos, normas morales, y valores éticos.