26 de abril de 2024
Tendencias

© 2023 El Meridiano.

<strong>El alcoholismo en los municipios</strong>

Por
2 de mar. de 2023

Compartir con:

thumbnail

Por: Francisco Cuello Duarte.

Aunque nos parezca raro, estamos en un Estado cantinero, donde la salud es financiada, en un alto porcentaje, por el impuesto a los licores, los cigarrillos y los juegos de azar, que según informes de la ADRES (entidad que administra estos recursos), para el 2020 le aportaron al sector cerca de 1.4 billones de pesos, dinero que se destinó a los afiliados al régimen subsidiado, cerca de 24 millones de colombianos de bajos estratos sociales. Dichos recursos se distribuyeron preferencialmente en Bogotá, Antioquia, Valle del Cauca, Cundinamarca y Santander, aclarando que esas rentas tuvieron una disminución del 17% en el año 2020 respecto al 2019, por efector de la pandemia. Según informe del periódico Portafolio, los colombianos pasaron de beber 1760 millones de litros de alcohol en el 2019, a 1852 en el 2020, es decir, 36 litros por persona. Sin embargo, Brasil y México consumen más cerveza que Colombia.

En Colombia, los menores de edad comienzan a consumir alcohol alrededor de los 13 años. Un estudio del Ministerio de Salud nos indica que el alcohol es un factor causal en 60 tipos de enfermedades y el causante del 4% de todas las muertes del mundo y el 6% de los trastornos mentales de la población. Ahora bien, a lo anterior debemos sumarle la tasa de mortalidad en accidentes de tránsito, homicidios y riñas, que se incrementa exageradamente en la celebración del día de la madre. Como puede observarse, el alcohol es un mal necesario, que si bien no tiene el apoyo promocional del sector oficial, tampoco se hace un control en el consumo masivo, donde solo existe una sutil restricción a las campañas publicitarias dirigidas a los menores de edad, pues los medios de comunicación también se lucran del negocio del alcohol, los cigarrillos y los juegos de azar.

La situación es aún más dramática cuando existe un “borrachito” en la familia y no hay un camino institucional que lo rescate de ese infierno, fuera de acudir a los consejos de algún Pastor de iglesia, la ayuda de un sacerdote amigo y visitar directamente a Alcohólicos Anónimos. O esperar que el médico del pueblo lo declare loco para remitirlo al manicomio más cercano, que por lo general es el patio de la casa debajo de un palo de tamarindo.

Si su municipio tiene este problema, ¿qué propone usted como candidato a la Alcaldía?