1 de agosto de 2022 - 1:30 AM

Cosas que pasan

Cosas que pasan

Por Rafael González Guerrero

En este país se ven cosas que a todas luces no entendemos. Son varios casos que me llaman la atención dentro del devenir político de la nación.

La ley que consagró el estatuto de la oposición, y algunos derechos a las organizaciones políticas independientes, dispone que dentro del mes siguiente al inicio del Gobierno, concebido este como el conjunto de instituciones públicas encargadas del desarrollo e implementación de las políticas que permiten el funcionamiento del país, aquellas deben declararse en oposición, independientes o de gobierno, entendido este entonces en concreto, según el espíritu de la ley, como el conformado por el nuevo presidente y su gabinete.

Así las cosas, muchos de nuestros partidos se han declarado ya, antes y después de la instalación del Congreso como de gobierno, en oposición e independientes, en relación, por supuesto, del que se instalará el 7 de agosto.

Un senador del Pacto Histórico dijo que no votaba para la Presidencia del Senado por uno que forma parte de su bancada, y no lo hizo, con argumentos para sustentar decisión, pero con olvido de que aun siendo de partidos diferentes, deben permanecer en bancada, lo que significa que, si esta acordó ese nombre, deben todos votar en su favor, a menos que exista objeción de conciencia. Pero pese a esta trasgresión de la norma, no pasa nada, no se investiga nada.

Otra cosa reprochable fue el grotesco espectáculo que protagonizaron algunos ‘padres de la patria’ con ocasión del discurso del actual presidente en la instalación del Congreso. El presidente de una nación, sea quien sea, merece respeto. La forma adecuada de hacer oposición, en ese momento, estaba reservada a la réplica que la ley prevé para responderle al dignatario, así fuera de manera desacertada por la escogencia, para tal fin, de un excabecilla de las Farc.

Los anuncios sobre reformas que han hecho los septuagenarios ministros anunciados por el presidente, tienen en vilo a la clase empresarial, agropecuaria y hasta a los mismos que votaron por el señor Petro, pues los gravámenes que nos vienen serán muchos.

El senador Hernández no tiene acomodo, creo que pasó al anonimato rápidamente, bien sea porque el presidente electo lo arropó o porque no tiene el bagaje suficiente para desempeñarse en semejante maraña.

Resulta insólito que el presidente del senado, personalmente, esté repartiendo meriendas, de curul en curul, en un gesto innominado, que en todo caso no le corresponde.

Sobre la aprobación del acuerdo de Escazú y la reforma al Congreso hablaremos más adelante.
Sí, ¡Cosas que pasan!

Noticia anterior

El candor de los idiotas

Noticia siguiente

El arte de la prudencia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *