Corea del Norte autorizó el lanzamiento definitivo del “arma nuclear estratégica submarina” cerca a las costas de Riwon, en la provincia de Hamgyong del Sur, a 116 kilómetros de distancia.

Se trata de una herramienta explosiva que fue ideada para “infiltrarse sigilosamente en las aguas operacionales y crear un tsunami radiactivo a gran escala”.

El dispositivo se puso en varios metros de aguas del mar de Japón, mar del Este en Corea del Norte y se hizo una serie de simulacros tácticos, los cuales “simulaban un contraataque nuclear”. Los encargados de esto fueron la Comisión Militar Central del Partido de los Trabajadores, bajo la premisa de que el país mostró “la capacidad militar de ataque para alertar al enemigo de una crisis nuclear real y verificar la fiabilidad de las fuerzas nucleares de autodefensa”.

Debido a la autorización de Corea del Norte para tal lanzamiento en el ecosistema acuático, se produjeron una serie de acusaciones porque se realizó “un ejercicio de ‘ocupación’ de Corea del Norte, a la vista de sus formas y contenidos”.

El líder supremo y militar norcoreano, Kim Jong-un, supervisó el más reciente lanzamiento y lo calificó como una acción que tuvo “gran satisfacción”. Inclusive, manifestó la posibilidad de que Estados Unidos y Corea del Sur “se suman en la desesperación por su elección de hacer esta demostración militar de alto nivel”.